(El Economista, 25-11-2025) | Laboral
Siete de cada diez contratos bonificados por el SEPE son temporales
El 70,3% de los 136.276 contratos subvencionados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) entre enero y octubre de este año fueron temporales. Este porcentaje supera ampliamente el 58,3% de temporalidad registrado en las contrataciones no bonificadas gestionadas por el organismo dependiente del Ministerio de Trabajo, que en 2023 reformó estas ayudas precisamente para orientarlas hacia el empleo estable. Los datos, sin embargo, no terminan de despejar las dudas sobre si estas bonificaciones generan realmente nuevas contrataciones o si, por el contrario, suponen un "peso muerto", es decir, si las empresas contratarían igualmente sin recibirlas. En comparación con el año pasado, los contratos con bonificación han caído un 7,5%. Los indefinidos han descendido un 9,5% y los temporales un 6,8%, cuando entonces representaban el 69,8% del total. En términos interanuales, se observa una reducción de ayudas y un freno en la disminución de la temporalidad. Aunque el Real Decreto-Ley que regula este sistema se aprobó en enero de 2023, las nuevas condiciones no empezaron a aplicarse hasta septiembre. Si se analiza el periodo de enero a octubre de 2023, momento del cambio normativo, el número total de contratos bonificados cae un 46,3%, los indefinidos un 18,1% y los temporales un 58,2%. En ese entonces, estos últimos suponían un 75,9%, cinco puntos y medio más que en la actualidad. La caída de las bonificaciones no solo coincide con el descenso del desempleo, sino que también era uno de los principales propósitos de la reforma impulsada por la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que unificó en un solo marco jurídico todos los incentivos a la contratación financiados mediante reducciones en las cotizaciones sociales. La norma pretendía, por un lado, favorecer los contratos indefinidos dirigidos a colectivos prioritarios y, por otro, facilitar la conversión de algunos contratos temporales en fijos, simplificando los trámites para las empresas. Además, buscaba cumplir con el compromiso adquirido con la Unión Europea de revisar un sistema que tradicionalmente ha sido cuestionado por su escasa eficacia debido al posible efecto de "peso muerto". Pese a la reforma, persisten las dudas, especialmente si se analiza la calidad del empleo. Aunque la temporalidad entre los contratos bonificados se ha reducido unos cinco puntos desde 2023, la mejora es modesta en comparación con la caída más acusada que se produjo previamente debido a la reforma laboral que afectó al conjunto del mercado de trabajo. Para cuando entraron en vigor los nuevos incentivos, en septiembre de 2023, la reforma laboral llevaba ya un año y medio aplicándose con un impacto evidente, también en los contratos con bonificación. En 2019, solo el 17,8% de los contratos bonificados eran indefinidos, frente al 9,6% de los no incentivados. En 2022, tras la reforma del Estatuto de los Trabajadores, estas cifras subieron al 23,3% y al 38,1% respectivamente. En 2023, los empleos fijos dentro del conjunto de bonificados aumentaron ligeramente hasta el 24%, mientras que entre el resto de contratos alcanzaron el 43,8%.
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