(El Periódico, 15-12-2025) | Mercantil, civil y administrativo

Los más optimistas pueden interpretar la situación como un punto de inflexión: el inicio de un proceso, lento pero constante, hacia una completa normalización de los precios. Los más escépticos, en cambio, apuntarán a la distancia respecto a la eurozona, a la acumulación de años de encarecimientos que pesan sobre las familias y a los modestos avances logrados en 2025 para contener un aumento del coste de la vida que sigue reduciendo el poder adquisitivo de quienes no ven crecer sus salarios al mismo ritmo. Ambas lecturas pueden ser válidas, pero más allá de interpretaciones, el dato objetivo indica que la inflación se situó en noviembre en el 3% interanual, una décima menos que en octubre, según ha confirmado el Instituto Nacional de Estadística, que mantiene su estimación preliminar.

La mejora en los precios de la electricidad ha sido determinante para este ligero respiro, mientras que han tirado al alza los alimentos y bebidas no alcohólicas, los carburantes y los paquetes turísticos. La inflación subyacente -que excluye energía y alimentos frescos- ofrece un panorama menos favorable: sube hasta el 2,6%, una décima más que en octubre.

La cifra publicada este viernes fija definitivamente la revalorización de las pensiones contributivas para 2026 en un 2,7%, y mantiene a España un punto por encima de la inflación armonizada de la eurozona. Esta diferencia podría restar competitividad al tejido empresarial si no se reduce. A corto plazo, no obstante, el efecto base juega a favor, ya que los precios subieron en diciembre del año pasado y en los primeros meses de 2025, lo que facilitará tasas más bajas al comparar. Aun así, los precios llevan 13 meses sin caer por debajo del objetivo del 2% del Banco Central Europeo, aunque están lejos ya del máximo de la crisis inflacionaria reciente, cuando superaron el 10%.

"Si este diferencial se mantiene durante demasiado tiempo, puede afectar a la competitividad frente a nuestros socios del euro y también influir en las cuentas públicas, dado que algunas partidas -como ciertos salarios y las pensiones- están vinculadas a la inflación", señala Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano y CEPS.

Para Ignacio de la Torre, economista jefe de Arcano Partners, la diferencia actual con Europa tenderá a desaparecer. "Creo que esa brecha se reducirá y no supondrá un freno estructural a nuestra competitividad. Si miramos la inflación subyacente, la distancia es de solo dos décimas. En la inflación general hay elementos puntuales, como el precio de la electricidad influido por la política tras el apagón, que desaparecerán el próximo año", explica.

Entre los datos del INE destacan algunos productos particulares: los huevos siguen disparados, con un incremento superior al 30% respecto a noviembre de 2024; la carne de vacuno sube un 18% y el café un 17,3%. En sentido contrario, el aceite de oliva se abarata un 38,1%, aunque este descenso no basta para compensar el encarecimiento global de la cesta de la compra, cuya inflación repuntó cuatro décimas hasta el 2,8%. Por territorios, Madrid encabeza la lista con la inflación más alta (3,7%), seguida de Ceuta (3,5%) y la Comunidad Valenciana (3,4%). Las regiones menos afectadas son Canarias (2,3%), La Rioja (2,4%) y Murcia (2,5%).

El economista Javier Santacruz cree que todavía no hay razones para alarmarse, aunque reconoce que en este final de año la inflación está evolucionando peor de lo esperado. "Es lo que en inglés llaman una inflación 'sticky', pegajosa. Las presiones inflacionistas están ahí, aunque por ahora no son preocupantes. España suele anticipar estas tendencias. Ya ocurrió cuando los precios empezaron a subir y también fue de las primeras economías en contenerlos cuando la situación comenzó a mejorar", apunta.

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