(El Economista, 03-11-2025) | Laboral

En los últimos meses han vuelto a cobrar fuerza los discursos sobre la brecha generacional, que presentan a los jóvenes como víctimas de la precariedad y los bajos salarios, frente a los mayores, supuestamente beneficiados con rentas más altas y pensiones "generosas". Sin embargo, esta visión pasa por alto otra realidad que se ha intensificado en los últimos años: los trabajadores de mayor edad son, en muchos casos, los más afectados por los cambios del mercado laboral desde la crisis financiera. Actualmente, las personas mayores de 60 años constituyen el grupo más numeroso que depende de prestaciones por desempleo y, además, son quienes perciben las cuantías más bajas. De hecho, 2025 está registrando un récord histórico de personas del "baby boom" que cobran subsidios de paro que rara vez superan los 480 euros mensuales.

De acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Trabajo, el pasado mes había 769.130 personas recibiendo ayudas asistenciales, y un 34,5% de ellas tenía más de 60 años. Es decir, pertenecen a la generación nacida en los años 60, que en muchos países se asocia con una situación económica más favorable frente a los millennials (nacidos a partir de 1981) o la generación Z (desde 1995).

En un contexto marcado por la dificultad de acceso a la vivienda, la pérdida de poder adquisitivo y el debate sobre la sostenibilidad de las pensiones, los mayores suelen ser señalados por poseer viviendas propias, tener hipotecas ya pagadas y percibir pensiones superiores a muchos salarios actuales. Esta percepción, sin embargo, olvida que muchos de ellos también fueron duramente golpeados por la crisis de 2008, cuando el desempleo se disparó y miles de personas mayores de 40 años quedaron fuera del mercado laboral, arrastrando precariedad durante décadas. Hoy, esos mismos trabajadores son considerados "privilegiados", aunque representan el grupo más numeroso de desempleados: en septiembre alcanzaban el 18% del total, es decir, casi dos de cada diez parados.

Aunque puede argumentarse que los jóvenes recurren menos a los servicios públicos de empleo -porque suelen tener menos cotizaciones acumuladas-, los datos de la Encuesta de Población Activa confirman la tendencia: los mayores de 50 años son el único grupo que mantiene tasas de paro superiores a las registradas en 2008, y en el caso de los mayores de 60, el incremento llega al 276%.

No se trata de "prejubilados" que esperan pasivamente alcanzar la edad de retiro. Las personas entre 60 y 66 años y ocho meses (edad legal de jubilación en 2025) siguen activas en la búsqueda de empleo, lo que refleja su situación económica. Este esfuerzo es comprensible si se considera el tipo de protección por desempleo que reciben.

Solo unos 90.000 "boomers" perciben una prestación contributiva de paro, lo que representa el 11% del total, una proporción similar a la de otros grupos mayores de 30 años, pero muy inferior a su peso en el total de desempleados. En cambio, concentran el 34,5% de los subsidios, con más de 265.000 beneficiarios. Esta diferencia se explica porque la mayoría son parados de larga duración: al agotar las prestaciones ligadas a la cotización -que duran un máximo de dos años-, pasan a percibir subsidios asistenciales. De hecho, los mayores son el único grupo en el que los perceptores de subsidios superan a los de prestaciones contributivas. La mayoría cobra el subsidio especial para mayores de 52 años, de 480 euros mensuales, el único que puede mantenerse hasta la jubilación y que incluye una cotización del 125% sobre la base mínima.

Que los menores de 50 años tengan menos presencia en los subsidios indica que su situación laboral es más dinámica y que tienen más posibilidades de reincorporarse al empleo. Los datos del SEPE y de la EPA lo confirman: el paro de larga duración afecta sobre todo a los trabajadores veteranos. Aunque algunos análisis atribuyen esto a una supuesta preferencia de los mayores por vivir de las ayudas -las llamadas "paguitas"-, las cifras demuestran lo contrario.

Desde 2009, año en que comienza la serie estadística del SEPE, los mayores de 60 años han pasado de ser el grupo con menos beneficiarios de prestaciones (sumando contributivas y asistenciales) a ocupar el primer puesto, debido al fuerte aumento de los perceptores de subsidios.

En aquel 2009, los mayores de 60 representaban el 11,8% de los beneficiarios, el segundo grupo más numeroso después de los desempleados de entre 50 y 54 años. Con la evolución de la crisis, el paro de larga duración creció en todos los grupos, especialmente entre los de 30 a 39 años, aunque estos niveles se redujeron con la recuperación económica. En cambio, en el caso de los mayores de 60, la tendencia ha sido constante: no experimentaron la caída posterior, sino que su número de perceptores ha seguido aumentando de forma continua hasta la actualidad, lo que apunta a causas más estructurales que coyunturales.

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