(El Economista, 20-06-2025) | Laboral
La principal diferencia entre Países Bajos y España radica en la alta productividad por hora de los trabajadores neerlandeses y en la capacidad del modelo económico holandés para generar empleo en todo el territorio. En el caso neerlandés, lo que a menudo se interpreta como precariedad laboral en realidad actúa como un mecanismo de flexibilidad que permite que casi toda la población esté empleada. Una mayor productividad suele asociarse, según la teoría económica, con mejores salarios. De acuerdo con los últimos datos de la OCDE (2024), los Países Bajos generan más de 82 dólares por cada hora trabajada, ajustados por paridad de poder adquisitivo, un nivel similar al de Estados Unidos. España, en cambio, produce alrededor de 60 dólares por hora, lo que pone de manifiesto que la clave no es trabajar más, sino hacerlo con mayor eficiencia.
La propia OCDE explica que el PIB por hora trabajada es un indicador que mide la eficiencia del uso del trabajo junto a otros recursos productivos como el capital, la tecnología o la tierra. Se obtiene al dividir el PIB total por el número de horas trabajadas. Esta productividad depende de factores como la calidad de la maquinaria, la formación de los trabajadores, el uso de insumos intermedios, la innovación tecnológica y organizativa, o el aprovechamiento de economías de escala. Estos elementos están más ligados a la estructura del sistema productivo que a la regulación del mercado laboral, aunque ambos aspectos se influyen mutuamente. En el caso de Países Bajos, su modelo económico y su mercado laboral funcionan de manera coordinada y eficaz.
Este desempeño destacado responde a factores estructurales. Países Bajos cuenta con una economía compacta pero altamente desarrollada, integrada en las cadenas globales de producción. Tiene un tejido empresarial innovador, con una fuerte implantación tecnológica, y una fuerza laboral muy cualificada. Así lo reflejaba también el FMI en una de sus recientes evaluaciones del país. Además, dispone de instituciones robustas e infraestructuras de primer nivel -puertos, redes de transporte y conectividad digital- que favorecen la eficiencia. Históricamente, ha mantenido unos costes laborales unitarios por debajo de la media de la eurozona, una señal clara de su productividad elevada, lo que mejora su competitividad exterior.
Esta ventaja productiva se manifiesta en sectores clave. En agricultura, Países Bajos es uno de los mayores exportadores del mundo, gracias a su apuesta por tecnologías como invernaderos inteligentes, robótica y genética avanzada. El sector logístico también es esencial: el puerto de Róterdam es el mayor de Europa y uno de los principales a nivel mundial, mientras que el aeropuerto de Schiphol fortalece la posición del país como centro de distribución global, reduciendo los costes y plazos para las empresas. En la industria manufacturera, destaca en segmentos tecnológicos de alto valor añadido, como la maquinaria, la electrónica y la química. La firma ASML, por ejemplo, lidera el mercado mundial en equipos litográficos para la fabricación de chips, lo que ilustra el grado de sofisticación y productividad del sector tecnológico holandés.
También el sector financiero aporta dinamismo. Ámsterdam, junto con el puerto de Róterdam, es un polo económico con una sólida red bancaria y de gestión de inversiones internacionales, que facilita el acceso a financiación. Todos estos sectores, altamente especializados y eficientes, sustentan la elevada productividad promedio del país. A pesar de la prevalencia del trabajo a tiempo parcial o de ciertas formas de temporalidad, los Países Bajos logran una producción más alta y eficiente que muchas economías con mercados laborales más rígidos desde el punto de vista legal.
En este contexto, la renta per cápita de los neerlandeses es una de las más elevadas de la eurozona, solo superada por Irlanda. Con 63.030 euros por persona, supera en 11.000 euros a Austria, en 13.000 a Alemania y casi duplica a España. Estos datos desmienten la idea de que trabajar menos horas o hacerlo bajo modalidades flexibles sea perjudicial para la economía.
De hecho, los buenos resultados de Países Bajos cuestionan algunos planteamientos habituales sobre cómo dinamizar el mercado laboral. Por ejemplo, desafían la creencia de que para fomentar la contratación hay que facilitar el despido, como se ha propuesto en España, incluso sugiriendo la liberalización total del despido.
En realidad, la legislación laboral neerlandesa no es especialmente laxa en materia de despidos: en la mayoría de los casos exige autorización administrativa o judicial, salvo en supuestos como despidos disciplinarios, jubilación o finalización de contratos temporales. Sin embargo, sí ofrece una regulación más clara respecto a las dimisiones, asegurando incluso el acceso a prestaciones por desempleo.
Eso sí, esta protección no se extiende del mismo modo a los trabajadores de empresas de trabajo temporal, un segmento con mayor presencia en Países Bajos que en España. Muchos de estos empleados son extranjeros atraídos por la abundancia de ofertas laborales generadas por una economía dinámica. La tasa de vacantes en Países Bajos alcanza el 4,2% del total de empleos, muy por encima del 0,9% registrado en España, lo que significa que, en la práctica, hay casi más puestos sin cubrir que personas desempleadas.