(El País,21-10-2024) | Fiscal
La atención de la industria automotriz está centrada en cómo empresas y sociedad deben hacer la transición hacia los vehículos eléctricos. Sin embargo, los coches de combustión aún consumen muchos recursos, incluso en el sector público. En los seis principales países europeos (Italia, Alemania, Francia, Polonia, España y Reino Unido), los llamados coches de empresa, aquellos que las compañías ofrecen a sus empleados como parte de su salario para uso personal y laboral, siguen recibiendo importantes subsidios públicos, incluso cuando son de combustión. Según un informe de la ONG Transport & Environment (T&E), en 2023, los vehículos de combustibles fósiles de este tipo recibieron alrededor de 42.000 millones de euros en ayudas públicas en esos países, principalmente a través de descuentos fiscales.
Se espera que esta cifra disminuya con el tiempo a medida que avance la electrificación y disminuyan las ventas de coches de combustión, algo que, en teoría, debería suceder para 2035. No obstante, la presión de algunos fabricantes y la nueva configuración política en Bruselas, más inclinada a la derecha, podrían modificar esa fecha.
El estudio examina los subsidios a los coches de combustión adquiridos o proporcionados por empresas, incluyendo ayudas como descuentos fiscales a empleados y empresas que compran estos vehículos mediante pagos en especie, exenciones de IVA en adquisiciones mediante leasing, y amortizaciones fiscales en el impuesto de sociedades.
El informe revela que la magnitud del apoyo varía significativamente entre países. Italia es el que más destina a estas ayudas, con unos 16.000 millones de euros, seguida de Alemania (13.700 millones), Francia (6.400 millones) y Polonia (6.100 millones). En todos ellos, la exención fiscal a los beneficios en especie es la principal forma de ayuda, lo que, según T&E, favorece a los contribuyentes con mayores ingresos, ya que son quienes suelen acceder a estos coches. En Italia, estas exenciones suponen un coste de 10.600 millones de euros para el Estado.
En el caso de España, el informe señala que las ayudas fiscales a este tipo de vehículos son mucho más reducidas, alrededor de 100 millones de euros. No obstante, T&E destaca que en España es más rentable para un trabajador recibir como pago en especie un coche de combustión que uno eléctrico. Por ejemplo, con un BMW X3, el empleado ahorraría 70 euros al año en comparación con recibir el mismo valor como extrasalarial y registrar el vehículo de manera privada. En cambio, si opta por el modelo eléctrico equivalente, el BMW IX3, perdería 500 euros al año. Esta situación se repite con los SUV y vehículos grandes más populares.
En el Reino Unido, no existen ayudas fiscales para los coches de combustión de empresa, y T&E señala que es el único país que realmente fomenta la adopción de vehículos eléctricos por parte de las empresas. Esto se debe a que las exenciones fiscales a los beneficios en especie están orientadas a vehículos de cero emisiones. Un caso similar ocurre en Bélgica, que aunque no está incluido en el estudio, ha impulsado la compra de coches eléctricos tras un cambio fiscal reciente, según explica Arnau Oliver, coordinador del estudio.
La Comisión Europea lleva tiempo considerando estos subsidios como perjudiciales para el medio ambiente, incluidas las exenciones fiscales por la compra de vehículos a través de pagos en especie. Se prevé que el nuevo Ejecutivo europeo aborde esta situación. Un indicio de esto puede observarse en la carta que Ursula Von der Leyen envió a Teresa Ribera, posible vicepresidenta de la próxima Comisión y responsable de Competencia, donde menciona la creación de un "nuevo marco de ayudas estatales para acelerar el despliegue de energías renovables". Aunque el enfoque es principalmente industrial, podría tener repercusiones en el sector automotriz.
Finalmente, la oferta de vehículos eléctricos, mayoritariamente dominada por fabricantes chinos, podría generar otro problema. Impulsar la demanda de coches eléctricos podría inclinar aún más a los consumidores europeos hacia productos del gigante asiático, afectando a un sector clave para la economía y el empleo en Europa.