(Expansión, 23-06-2025) | Mercantil, civil y administrativo

El precio de las segundas residencias está aumentando debido al auge de la demanda, tanto por parte de compradores nacionales como internacionales que buscan un uso turístico personal, así como por parte de inversores. Este fenómeno se ve agravado por la escasez de nuevas promociones inmobiliarias en muchas zonas costeras. El mercado inmobiliario atraviesa un periodo de gran dinamismo, impulsado por el crecimiento de la población, la bajada de los tipos de interés y la limitada oferta de vivienda nueva. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), entre enero y abril de este año las compraventas aumentaron un 15,9% respecto al mismo periodo del año anterior.

Por su parte, la tasadora Tinsa by Accumin señala que los precios subieron un 7,7% en el primer trimestre frente al mismo periodo de 2024. Sin embargo, ciertos segmentos, como los apartamentos en las zonas de costa o los inmuebles ubicados en grandes ciudades, han experimentado incrementos superiores a la media. En particular, el valor de las segundas residencias en la playa se disparó un 12,1% interanual, debido a la presión de inversores, compradores internacionales y la falta de suelo para nuevas construcciones. Como resultado, muchas promociones se están centrando en un público con mayor capacidad adquisitiva.

Según el informe Vivienda en la costa 2025 de Tinsa by Accumin, el precio medio de estas viviendas vacacionales en primera línea de playa alcanzó los 2.970 euros por metro cuadrado en el primer trimestre. Este crecimiento no ha sido uniforme: zonas como la Costa del Sol (Málaga), Ibiza, Formentera, Menorca, las Rías Baixas, Tenerife y Alicante lideran los aumentos. En contraste, localidades como Algeciras, Roquetas de Mar, La Gomera o A Coruña han registrado subidas más moderadas.

En detalle, los mayores incrementos de precios se produjeron en la Costa del Sol malagueña: tanto entre Marbella y Manilva como entre Torremolinos y Mijas, con un 14,7% de subida. Le siguen Ibiza y Formentera (14,5%), la comarca de la Axarquía (12,6%), las rías gallegas de Vigo y Pontevedra (11,7%), la Costa Blanca entre Calpe y Villajoyosa (11,5%), Tenerife (10,7%), Menorca (10,3%), la franja costera entre Dénia y Benissa (10,1%) y la zona de Níjar a Aguadulce en Almería (10%). No obstante, cabe señalar que Tinsa no separa los datos entre viviendas de uso habitual y segundas residencias, por lo que el encarecimiento específico de estas últimas podría ser aún mayor.

Por otro lado, aunque más contenidas, también se han registrado subidas de precios en otras áreas costeras, como Algeciras (1,3%), la costa almeriense entre Roquetas del Mar y Adra (2,3%), La Gomera (2,5%), pequeños municipios costeros de A Coruña (2,8%), Mazagón e Islantilla en Huelva (3,9%) y Gran Canaria (4%).

El mapa resultante refleja un mercado con opciones para distintos perfiles económicos. En el extremo superior, Ibiza encabeza el ranking con un precio medio de 8.000 euros por metro cuadrado para segundas residencias (aunque si se considera el conjunto del mercado, el valor baja a 4.453 euros). Le siguen Mallorca (7.500 euros), Menorca (4.500), la Costa Brava gerundense (4.350) y Lanzarote (4.250). Por el contrario, en algunas zonas de Tarragona, Lugo, Murcia, Pontevedra o Cantabria, es posible adquirir una vivienda por entre 1.000 y 1.600 euros el metro cuadrado.

El encarecimiento se debe, principalmente, a la fuerte demanda turística, tanto nacional como extranjera. En los primeros cuatro meses del año, la llegada de turistas internacionales creció un 7,1%, superando en un 19,9% los niveles anteriores a la pandemia. Este repunte ha hecho subir los precios tanto en hoteles como en alojamientos vacacionales, lo que a su vez ha impulsado el interés por adquirir segundas residencias en la costa, bien para evitar el coste creciente del hospedaje, bien para alquilarlas a terceros. Esta última opción está ganando terreno con una tendencia hacia la profesionalización del alquiler turístico. Aunque algunas regiones y ayuntamientos han optado por limitar esta práctica, otros -como en Canarias- la fomentan, obligando incluso a alquilar determinadas viviendas en zonas declaradas de uso turístico.

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