(Cinco Días, 28-07-2025) | Mercantil, civil y administrativo
La Unión Europea se ha resignado a aceptar un arancel del 15% general a sus exportaciones hacia Estados Unidos. No habrá una imposición similar, en cambio, para los productos estadounidenses que compre Europa. Este es el principio básico del pacto al que han llegado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, este domingo en un campo de golf propiedad del propio Trump en Escocia. No hubo sorpresas, pese a que el estadounidense ha mantenido la presión hasta el momento antes de comenzar la reunión, cuando ha dicho que creía que había un 50% de opciones de cerrar la guerra comercial que él mismo abrió con la Unión Europea entre marzo y abril y que ha alterado la relación comercial más intensa del mundo.
"Va a ser el mayor de los acuerdos", ha proclamado Trump con su habitual grandilocuencia. "Lo hemos logrado y es bueno", se ha felicitado Von der Leyen, quien ha liderado una Comisión Europea que ha perseverado en la negociación y en la salida pactada hasta el final. Este arreglo, que evita una escalada que podría ser peor, es claramente desequilibrado para los intereses europeos.
Que Estados Unidos ha logrado imponer su posición queda claro en el resultado, pero también en las propias palabras de Von der Leyen. Antes de entrar a la reunión aseguraba que se trataba "de reequilibrar la situación". "Tenemos un superávit. Estados Unidos tiene un déficit y tenemos que reequilibrarlo", concedía. Al acabar, en su encuentro ante la prensa habló de un "acuerdo que crea certeza en tiempos inciertos, da estabilidad y predictibilidad para ciudadanos y empresas a ambos lados del Atlántico". Para evitar valoraciones, no puso énfasis en los números y huyó de los calificativos que había utilizado Trump.
A falta de conocerse todos los detalles del pacto alcanzado en Escocia, el acuerdo, discutido durante semanas entre los dos bloques que más bienes y servicios intercambian en el mundo, consolida el punto de partida desigual en el que empezaron estas negociaciones. Porque cuando en abril empezaron las conversaciones, Washington aplicó a la UE los falsamente llamados "aranceles recíprocos" con un 10% adicional que se sumaba al 4,8% general que ya gravaba los productos europeos que entraban en Estados Unidos antes de que Trump llegara a la Casa Blanca. Ahora toda la imposición se englobaría, según lo que ya se sabía antes del encuentro de este domingo, en el 15%.
Si estos números se confirman, el resultado es claramente desigual. Los datos del centro europeo de estudios Bruegel concluían hace unas semanas que el arancel medio aplicado a las importaciones europeas a Estados Unidos era del 1,45% en 2023. Y a la inversa, del 1,32%. Ahora, ese cálculo sería muy diferente teniendo en cuenta que Washington va a aplicar un 15% de arancel general.
Esa tasa también se aplicará a los coches. El daño que podía provocar a este sector una escalada arancelaria ha estado muy presente en todo momento en las negociaciones. "No deberíamos olvidar de dónde venimos, hoy los coches pagan 27,5% y hemos logrado bajarlo al 15%. Es lo mejor que podíamos lograr", ha admitido la alemana con resignación, recordando que este último porcentaje también se aplicará a los productos farmacéuticos, para semiconductores y para la agricultura. Habrá algunas excepciones en productos estratégicos para Estados Unidos. Así, el arancel será inexistente en la aviación, algunos chips, materias primas críticas y algunos productos agrícolas.
Que Von der Leyen haya incluido al sector farmacéutico en el listado de productos que pagarán el arancel general ha generado cierta confusión porque al comienzo de la reunión Trump había dicho que Estados Unidos quiere que los medicamentos se fabriquen en su país. Cuando se le han pedido explicaciones sobre esto, la alemana ha asegurado que lo expresado por el presidente estadounidense afectaría al resto del mundo, pero no a Europa.
Trump también ha subrayado, además, que la UE se comprometía a comprar combustibles de procedencia estadounidense por valor de 750.000 millones de dólares (unos 640.000 millones de euros). Bruselas ha confirmado estos datos, pero ha matizado que será a lo largo de tres años y lo ha presentado como una forma de desvincularse más del crudo y el gas ruso. También habría compromisos de inversión y de compras de armamento estadounidense, pero no hay cifras por el momento.