(Expansión, 23-09-2025) | Mercantil, civil y administrativo
España registró en el primer semestre de 2025 un total de 8.476 millones de euros en inversión extranjera bruta, aunque la cifra desciende a 7.573 millones si se considera únicamente la destinada a capital y patrimonio, el nivel más bajo para este periodo en más de diez años. Madrid concentró el 53% de esas inversiones, mientras que Cataluña atrajo un 14%.
Uno de los motivos que llevó al INE a revisar al alza el PIB de 2024 la semana pasada (del 3,2% al 3,5%) fue el fuerte empuje de la inversión nacional, que finalmente creció un 4,7%, más del doble de lo inicialmente calculado (1,9%). Esta dinámica se ha mantenido en lo que va de 2025, con avances interanuales del 3,7% en el primer trimestre y del 5,3% en el segundo.
Sin embargo, la evolución de la inversión exterior muestra una realidad muy distinta. Entre enero y junio, la entrada de capital foráneo cayó a niveles mínimos en muchos años. Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio, la inversión extranjera bruta se redujo un 60% respecto al mismo periodo de 2024, a pesar de incluir la financiación intragrupo, introducida en la metodología desde 2024. Esta partida, que hasta ahora ayudaba a sostener las cifras, también se desplomó: -83%.
Si se mide únicamente la inversión en capital y patrimonio, la cifra se limita a 7.573 millones, lo que implica una reducción del 53% interanual. Para encontrar un registro tan bajo hay que remontarse a 2014, cuando aún se arrastraban las secuelas de la crisis financiera, con 5.563 millones hasta junio de ese año. En paralelo, la desinversión en capital se disparó un 462%, alcanzando los 942 millones.
Este deterioro coincide con las advertencias de muchas compañías sobre la inseguridad jurídica y regulatoria en España. A ello se suman la presión fiscal creciente (banca, energéticas, grandes patrimonios, cotizaciones), la incertidumbre en torno a reformas como la reducción de jornada o el encarecimiento del despido, así como el intervencionismo público en sectores como la vivienda. Todo ello ha generado un clima percibido como hostil para los negocios, que desincentiva el interés inversor. A este escenario interno se agrega el contexto global, marcado por la presión de Donald Trump a las multinacionales -incluidas las europeas- para que trasladen inversiones hacia Estados Unidos.
En este marco, Madrid sigue siendo el principal polo de atracción: sumó 4.509 millones (4.128 sin financiación intragrupo), el 53% del total, aunque supone un descenso del 71% respecto a 2024. Cataluña ocupa el segundo puesto, con 1.189 millones (1.151 sin intragrupo), un 14% del total y un retroceso del 58,7% interanual, lastrada también por la incertidumbre política interna y el eterno debate independentista. Entre ambas comunidades absorbieron el 67,2% de la inversión bruta total. Más atrás quedaron La Rioja (402 millones), Cantabria (370), País Vasco (286), Andalucía (283) y la Comunidad Valenciana (275).
Por origen, EE. UU. fue el principal inversor, con 1.442 millones (17% del total), seguido de Reino Unido (1.077 millones, 12,7%), Francia (867 millones, 10,2%) y México (733 millones, 8,6%). En cuanto a sectores, la industria manufacturera lideró con 1.638 millones (19,3%), por delante de información y comunicaciones (1.298 millones, 15,3%), actividades inmobiliarias (879 millones, 10,3%) y suministro energético (770 millones).