(El Periódico, 30-06-2025) | Mercantil, civil y administrativo

Los precios han interrumpido su senda descendente y registraron en junio un aumento del 2,2%, dos décimas más que en mayo, según el avance publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este repunte se atribuye principalmente a las tensiones en los mercados energéticos, agravadas por el incremento del conflicto en Oriente Próximo. La inflación subyacente -que excluye productos con precios más inestables como alimentos frescos y energía- también se situó en el 2,2%, igual que el mes anterior.

El INE, que todavía debe confirmar y revisar el dato -como ocurrió en mayo, cuando la cifra definitiva fue una décima superior a la estimación inicial-, explica que esta subida está vinculada al encarecimiento de los combustibles, cuyos precios en junio de 2024 habían bajado. En segundo lugar, aunque con menor impacto, señala el aumento en el coste de los alimentos y las bebidas no alcohólicas.

A pesar del alza, el incremento de los precios se considera moderado, y el Ministerio de Economía lo interpreta como una señal positiva. "La inflación se mantiene controlada y cercana al objetivo del Banco Central Europeo, mientras que la economía española sigue liderando el crecimiento en la eurozona", señala el ministerio dirigido por Carlos Cuerpo. "La estabilidad de los precios, junto con la mejora de los salarios, está permitiendo que los hogares ganen poder adquisitivo", añade en un comunicado.

No obstante, se mantiene la incertidumbre sobre si este repunte será puntual o si marcará el inicio de una tendencia más persistente. En las últimas semanas, la situación en Oriente Próximo se ha deteriorado con los enfrentamientos entre Irán e Israel, seguidos de bombardeos de EE UU sobre instalaciones nucleares iraníes y la posterior represalia de Teherán contra una base estadounidense en Qatar.

Este incremento de la tensión en una región clave para el abastecimiento energético ha hecho que se dispare la preocupación por el precio del petróleo, aunque por ahora no se han producido subidas drásticas. Toda la atención está puesta en el estrecho de Ormuz, un paso estratégico por donde transita una cuarta parte del petróleo global y casi el 20% del gas natural licuado. Irán llegó a amenazar con cerrar este paso, aunque hace tres días Washington anunció un alto el fuego con el país persa.

Un eventual cierre del estrecho provocaría una interrupción severa en el comercio energético global, lo que haría aumentar de forma significativa el precio de los carburantes y, por tanto, la inflación. Los mercados ya han mostrado signos de inquietud: aunque tras unos días de gran volatilidad los precios del petróleo y el gas se han estabilizado, el nivel de incertidumbre continúa siendo elevado. Los analistas advierten de que, si la tensión escala y se concreta el cierre del paso marítimo, el precio del barril de Brent podría dispararse por encima de los 100 dólares, el doble del rango actual de entre 60 y 70 dólares.

En mayo, el Índice de Precios de Consumo (IPC) en España se situó en el 2%, el nivel más bajo desde octubre de 2024 (1,8%), encadenando tres meses de caídas interanuales. Este descenso se debió principalmente al abaratamiento de los paquetes turísticos, incluidos el transporte aéreo y de pasajeros, y a una moderación en el coste de la electricidad, que pese al apagón del 28 de abril se encareció menos que en el mismo mes del año anterior.

En el resto de la eurozona la tendencia fue similar. En mayo, la inflación se redujo al 1,9% en el conjunto del área del euro, lo que reforzó la decisión del BCE de continuar con la bajada de tipos de interés. A comienzos de junio, el organismo redujo el precio del dinero por séptima vez consecutiva, situándolo en el 2%, el nivel más bajo desde diciembre de 2022.

El actual ciclo inflacionario comenzó tras la pandemia, cuando la reapertura de la economía desató una demanda acumulada que la oferta no logró absorber a tiempo, generando cuellos de botella en las cadenas de suministro. A ello se sumó la invasión rusa de Ucrania, que alteró los mercados energéticos y acentuó los problemas logísticos. En España, la inflación alcanzó picos superiores al 8% en 2022, niveles que no se veían desde hacía décadas. A estos factores, que ya estaban comenzando a normalizarse, se añaden ahora nuevas fuentes de tensión: el resurgir del conflicto en Oriente Medio, el viraje hacia el proteccionismo de EE UU bajo el liderazgo de Donald Trump, y una economía global que ya mostraba señales de debilitamiento incluso antes de este nuevo sobresalto.

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