(El Periódico, 13-05-2025) | Mercantil, civil y administrativo

China y Estados Unidos han alcanzado un acuerdo para reducir de forma significativa y temporal sus aranceles, tras intensas negociaciones celebradas el fin de semana en Ginebra. No se trata de una solución definitiva ni de un tratado de paz, sino más bien de una tregua limitada. Aun así, el pacto supera las expectativas iniciales, ofrecerá un respiro a ambas economías y contribuirá a reducir el riesgo de una recesión global.

Durante los próximos tres meses, ambas potencias disminuirán sus aranceles en un total combinado del 115%. A partir del miércoles, los productos estadounidenses estarán gravados con un 10% y los chinos con un 30%. Esta diferencia refleja las primeras medidas proteccionistas de la Administración Trump, en su momento justificadas por la supuesta pasividad de Pekín frente a la crisis del fentanilo, a la que China respondió sin una acción simétrica. Aunque un arancel del 30% sigue siendo elevado, ya no representa una barrera insalvable para el comercio. Según un escueto comunicado conjunto, el entendimiento se basa en "un espíritu compartido de apertura, comunicación constante, cooperación y respeto mutuo".

Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE. UU., aseguró que ambas partes coinciden en que no desean un "desacoplamiento" de sus economías. Además, calificó las conversaciones sobre el fentanilo como "sólidas y productivas". Pekín, por su parte, insiste en que ya está actuando al máximo de su capacidad y recuerda que la raíz del problema está en la alta demanda creada por la industria farmacéutica estadounidense. China también ha reprochado a EE. UU. ciertas exigencias que considera condescendientes, como la de publicar su campaña antidrogas en los medios oficiales.

Desde el Ministerio de Comercio chino se celebró el pacto como beneficioso tanto para las partes implicadas como para el conjunto de la economía mundial. Además, pidió a Washington que ponga fin a la imposición unilateral de aranceles, calificándola de "práctica errónea".

Los encargados de liderar las conversaciones fueron Scott Bessent y He Lifeng, viceprimer ministro y máximo responsable chino en materia comercial. Ambos pasaron el fin de semana reunidos con sus equipos a puerta cerrada. El domingo por la tarde se mostraron optimistas: Bessent habló de "avances significativos" y He describió el resultado como "un paso inicial importante". El presidente Trump también celebró el entendimiento en redes sociales, aludiendo a un reinicio de las negociaciones "amigable y constructivo". Los detalles del acuerdo se hicieron públicos el lunes, permitiendo una reacción positiva de los mercados.

Tanto Washington como Pekín habían intentado rebajar las expectativas en los días previos. Mientras EE. UU. buscaba una necesaria desescalada para facilitar futuras negociaciones, China demandaba mayor claridad sobre las intenciones de Trump y un mínimo de respeto. Un recorte del 50% ya se consideraba un avance notable, por lo que la cifra final, del 115%, ha sorprendido incluso a los analistas más optimistas. Aun así, las diferencias de fondo persisten y probablemente volverán a surgir durante el plazo de tres meses concedido para continuar el diálogo.

Este alivio en la escalada comercial y retórica allana el terreno diplomático y abre la puerta a un posible acercamiento entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, con quien no ha hablado desde antes de su investidura. Trump ha manifestado en varias ocasiones su deseo de retomar esa "vieja amistad", aunque Xi no ha respondido aún a sus intentos de contacto.

Hu Xijin, reconocido analista y exdirector del Global Times, celebró el pacto como un triunfo de la firmeza china, aunque reconoció que se han hecho concesiones. Pekín, por ejemplo, había exigido el levantamiento de los aranceles antes de comenzar cualquier negociación, algo que no se cumplió. Por su parte, Estados Unidos logró su objetivo de abrir un canal de diálogo con China, presentando la reunión como una victoria derivada de su presión. La agencia oficial Xinhua, en un tono prudente pero firme, llamó a Washington a valorar la paciencia de China, aunque también advirtió que esta tiene un límite y que el país no tolerará intentos de chantaje o represión. Estas tensiones latentes anticipan un camino complicado en los próximos meses.

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