(El Economista, 16-07-2025) | Laboral
El aumento del teletrabajo se concentra especialmente entre los empleados por cuenta ajena, que ya suman 2,3 millones, lo que representa un crecimiento del 233% respecto a 2019. Por primera vez, los trabajadores que trabajan de forma remota de manera esporádica superan a quienes lo hacen de forma regular, lo que evidencia el auge del modelo híbrido. Esta fórmula, impulsada por los cambios legislativos introducidos a finales de 2020, ha tenido una implantación muy desigual en las empresas españolas.
Un informe de Eurofound -organismo europeo dedicado al análisis de las condiciones laborales- distingue tres formas distintas de aplicar el teletrabajo en las empresas, cada una con sus propios retos, y advierte de la necesidad de prestar atención a estas diferencias para asegurar que este modelo de trabajo sea sostenible y justo a largo plazo. La entidad remarca que esta modalidad va mucho más allá de las soluciones adoptadas durante la pandemia.
Aunque ya existía antes de 2020, el teletrabajo tenía entonces mayor presencia entre los trabajadores autónomos. Con la irrupción del COVID-19, muchas empresas se vieron forzadas a adaptarse rápidamente, trasladando el trabajo de oficina a los hogares. En solo un año, el número de asalariados que teletrabajaban creció un 178%, mientras que entre los autónomos cayó un 1,5%. Así, el porcentaje de teletrabajadores asalariados pasó del 42% en 2019 al 67,8% en 2020, el más alto hasta entonces. No obstante, en 2024 ese dato ha vuelto a crecer, alcanzando un 70%.
Este cambio es significativo, ya que el teletrabajo entre autónomos y asalariados presenta características muy distintas. De hecho, algunos expertos cuestionan que deban agruparse en una sola categoría. Los autónomos, al no contar en muchos casos con oficinas físicas, trabajan desde casa asumiendo completamente los costes del teletrabajo. En cambio, en el caso de los asalariados, la responsabilidad de asumir esos gastos recae en sus empresas.
Esta diferencia en la carga económica también explica que, a pesar de los máximos históricos alcanzados en 2024, la proporción de asalariados que teletrabajan sigue siendo del 12,6% (el triple que en 2019), mientras que en el caso de los autónomos se sitúa en el 31,3% (ligeramente por encima del 30,2% de hace cinco años).
La reforma laboral de 2012 establecía que las condiciones del teletrabajo, incluidas las compensaciones por los gastos asociados (como luz, internet, equipos o mobiliario ergonómico), debían acordarse a través de convenios colectivos. Sin embargo, en la práctica, pocos convenios abordaban este tema y el contexto no favorecía nuevas negociaciones.
A raíz de la pandemia, el Gobierno, junto con sindicatos y patronales, pactó una normativa más clara que establecía un marco básico para regular el teletrabajo. En dicha normativa se estipuló que las empresas no estarían obligadas a cubrir los gastos derivados del trabajo remoto si este no superaba el 30% de la jornada. Esto tuvo un impacto inmediato: aunque muchos sectores seguían afectados por restricciones, el teletrabajo continuo empezó a reducirse, mientras que el esporádico ganaba terreno.
Entre 2020 y 2022, el número de asalariados que trabajaban a distancia la mayor parte de su jornada bajó un 33%, pasando de 1,6 millones a 1 millón (aunque aún más del doble que los 413.700 registrados en 2019). Por el contrario, el teletrabajo ocasional creció un 78%, pasando de 442.200 a 788.500. En conjunto, el número total de asalariados en teletrabajo descendió un 8%, lo que redujo la tasa del 12,2% al 10,4%. Esta caída llevó a pensar que el fenómeno estaba perdiendo fuerza, pero el tiempo ha demostrado lo contrario.
Entre 2022 y 2024, el teletrabajo ha experimentado un nuevo repunte del 30%, hasta alcanzar los 2,3 millones de asalariados, impulsado por un aumento acumulado del 15% en los casos habituales y del 49% en los ocasionales, que por primera vez superan el millón. De hecho, los trabajadores que teletrabajan ocasionalmente ya son mayoría, con 1,19 millones frente a 1,15 millones que lo hacen de forma continua. Aunque la diferencia es pequeña, marca un cambio importante en la tendencia.