(El Economista, 10-06-2025) | Laboral

¿Cuántas personas en España han dejado de buscar empleo porque piensan que no lograrán encontrarlo y, por tanto, quedan fuera de las estadísticas oficiales de desempleo? Esta pregunta es clave, ya que esta cifra puede influir en los datos de paro y ocupación debido al llamado "efecto desánimo". No obstante, los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) muestran que este fenómeno tiene escasa incidencia en el mercado laboral español: solo 125.600 personas -el 0,72% de los 17,4 millones de inactivos- se encuentran en esta situación, una cifra que representa un mínimo en los últimos 20 años. Sin embargo, no son los únicos excluidos de la definición convencional de desempleo.

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el primer trimestre del año se contabilizaron 336.200 "activos potenciales", lo que equivale al 1,9% del total de inactivos. Este grupo lo conforman personas que, aun estando sin empleo y disponibles para trabajar, no están buscando activamente un puesto. En términos absolutos y relativos, es también el registro más bajo para un primer trimestre en toda la serie histórica. Solo una parte de este colectivo puede considerarse desanimada, es decir, que ha dejado de buscar trabajo por falta de confianza en encontrarlo, independientemente de si lo han intentado antes o no.

Entre los motivos que llevan a estas personas a no buscar empleo se encuentran no solo el desánimo, sino también otros factores como la falta de ofertas laborales en su entorno, la percepción de que los empleos no se ajustan a su perfil, estar afectados por un expediente de regulación de empleo sin opción de reincorporación, o simplemente no saber dónde buscar. También se incluyen quienes esperan una temporada de mayor contratación, están pendientes de respuestas a procesos de selección anteriores, o quienes planean volver a trabajar por cuenta propia.

Así, los desanimados representan el 37,4% del total de activos potenciales, un grupo que no abarca a quienes no buscan empleo por causas como enfermedad, discapacidad, razones personales o familiares, estar cursando estudios, estar jubilados o simplemente no necesitar un trabajo, aunque no rechazarían una oferta adecuada.

El INE clasifica a los inactivos según su probabilidad de pasar a ser activos, es decir, de integrarse al mercado laboral ya sea como ocupados o desempleados en búsqueda activa. En este marco, los desanimados son especialmente sensibles a los cambios en el ciclo económico, ya que su falta de búsqueda está directamente relacionada con la percepción negativa sobre el mercado laboral.

Aunque actualmente los desanimados representan un 37,4% de los activos potenciales, en el período comprendido entre 2009 y la pandemia llegaron a superar el 50%. Durante la crisis sanitaria esta proporción se redujo, desplazada por otros factores como los ERTE prolongados o la paralización de la actividad por los confinamientos, que limitaron drásticamente las oportunidades laborales.

La tendencia a la baja de este grupo ha continuado en los años posteriores, lo que sugiere que, a medida que se recupera el empleo, el abandono de la búsqueda se debe más a razones como la falta de adecuación entre oferta y demanda, cuestiones de cualificación, localización geográfica o estacionalidad, más que al simple desánimo. Este fenómeno contribuye al desajuste persistente entre vacantes laborales y personas desempleadas, pese a que en España sigue habiendo 2,6 millones de parados oficialmente registrados.

En definitiva, la caída de los activos potenciales desde 2009 se ha concentrado sobre todo en los desanimados, cuyo número ha descendido un 108%, frente a una reducción del 1,9% en el resto del grupo. Mientras tanto, los inactivos que ni buscan ni están disponibles para trabajar han aumentado un 7,14% desde 2019, alcanzando los 17,03 millones de personas.

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