(El Periódico, 28-10-2025) | Mercantil, civil y administrativo

El presidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Íñigo Fernández de Mesa, y su director general, Gregorio Izquierdo, presentaron el informe semestral de Coyuntura Económica del organismo, bajo el título "Un crecimiento económico condicionado por un contexto institucional adverso".

El documento señala que la economía mundial comenzó 2025 con una dinámica positiva, impulsada por un crecimiento moderado y una desinflación progresiva durante el año anterior. Sin embargo, esta tendencia se ha visto interrumpida por el giro proteccionista de Estados Unidos tras la reelección del presidente Trump, quien ha anunciado aranceles generalizados del 10% y recíprocos de hasta el 145% para China. Esta escalada comercial ha desencadenado una espiral arancelaria que está afectando al comercio internacional y generando mayor incertidumbre económica.

A esta situación se añaden condiciones financieras más restrictivas, una menor confianza empresarial y los efectos de varios conflictos geopolíticos, como la guerra en Ucrania o la inestabilidad en Oriente Medio. Todo ello ha llevado a que los principales organismos internacionales revisen a la baja las previsiones de crecimiento mundial. Aunque se espera que la inflación siga moderándose, lo hará a un ritmo más lento de lo previsto meses atrás. El comportamiento de los precios de las materias primas dependerá, principalmente, de la evolución de los conflictos mencionados y de la guerra arancelaria.

En el caso de España, el informe destaca que ha mantenido en los últimos años una evolución económica destacada dentro de Europa, consolidándose como una de las economías más dinámicas de la zona euro gracias al impulso del consumo privado, el turismo, el apoyo de los fondos europeos y una política fiscal expansiva. No obstante, 2025 marca un punto de inflexión, con una ralentización del crecimiento y un aumento de los riesgos globales que podrían alterar el equilibrio alcanzado.

El entorno de incertidumbre también afecta al sector exterior y a la inversión empresarial, que podrían lastrar el crecimiento del PIB. Entre los principales riesgos se encuentran la política arancelaria estadounidense hacia Europa, que impactaría especialmente en la economía española, y los desequilibrios internos, como el alto nivel de deuda pública, el creciente gasto en pensiones (que ya equivale al 12,4% del PIB, por encima de la media europea) y un déficit estructural superior al 3%. Esta combinación deja un margen fiscal muy limitado, especialmente si se produjera una desaceleración significativa o tensiones financieras internacionales.

En este contexto, el IEE prevé un crecimiento del PIB del 2,3% en 2025, que se reducirá al 1,8% en 2026. Durante este periodo, se espera un cambio en la composición del crecimiento: el sector exterior perderá impulso, la inversión empresarial seguirá débil y el consumo privado será el principal motor económico. El gasto de los hogares se ha acelerado gracias al aumento del empleo, la mejora de la renta disponible y la moderación de la inflación y los tipos de interés. El consumo público, por su parte, es el componente más expansivo desde la pandemia, con un crecimiento acumulado cercano al 20% respecto a 2019.

En cuanto a la inversión, el panorama es menos favorable. La formación bruta de capital apenas supera en un 4,8% los niveles de 2019, reflejando la debilidad estructural de la inversión en bienes de equipo y capital productivo. Pese a unas condiciones financieras benignas, las empresas muestran poca disposición a invertir, especialmente en sectores tradicionales, debido a la incertidumbre política, la baja rentabilidad esperada, los problemas de competitividad frente a China y la reorganización industrial en marcha.

El mercado laboral mantiene un comportamiento positivo en el primer semestre de 2025. Según el IEE, la afiliación efectiva a la Seguridad Social creció un 0,6% en el segundo trimestre, cifra similar a la del primero y ligeramente superior a la del cierre de 2024. Aunque el crecimiento del empleo sigue siendo sólido, muestra una desaceleración gradual. Las previsiones apuntan a que el empleo aumentará un 1,9% en 2025 y un 1,5% en 2026, lo que permitirá reducir la tasa de paro al 10,3% en 2026, desde el 11,3% de 2024. Estas proyecciones asumen que no se apruebe la reducción de la jornada laboral; de hacerlo, el empleo y el PIB crecerían menos de lo previsto.

En materia de inflación, 2025 está siendo un año de volatilidad debido a la reversión de medidas fiscales sobre el IVA de alimentos y electricidad. Destaca la desaceleración de los precios de los alimentos elaborados, mientras que los servicios y bienes industriales mantienen un comportamiento similar al del año anterior. El IEE prevé una inflación media del 2,5% y una subyacente del 2,3%. Las principales presiones inflacionistas podrían provenir de tres frentes: la política arancelaria de EE. UU., el incremento de los costes laborales y sociales y la evolución del precio del petróleo.

Por último, el informe enfatiza la importancia de la calidad institucional y regulatoria como elemento esencial para el buen funcionamiento de la economía. El IEE propone un conjunto de reformas estructurales para fortalecer las instituciones, mejorar el entorno regulatorio y fomentar un marco que potencie la inversión, la innovación y el empleo.

En el Índice de Deficiencia Regulatoria, España ocupa el puesto 12 de 34 países, con un nivel de deficiencia un 33% superior a la media de la Unión Europea, situándose por detrás de economías como Francia, Alemania o el Reino Unido. Asimismo, el país se encuentra por encima del promedio de la OCDE en este indicador, lo que pone de manifiesto una notable debilidad en la calidad del marco normativo y la necesidad de reforzar la estabilidad institucional.

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