(Expansión, 17-06-2025) | Mercantil, civil y administrativo
Fráncfort prevé una avalancha de emisiones de deuda en los próximos años. El Banco Central Europeo (BCE) estima que entre 2024 y 2026 se incrementará significativamente la oferta de bonos en la eurozona, y por ello ha decidido intensificar su supervisión sobre la capacidad de los bancos de la región para gestionar eficazmente este volumen sin verse sobrepasados.
El organismo muestra su inquietud ante una situación que no se ha visto en Europa en décadas: una combinación de factores que podrían tensionar el mercado. Por un lado, los gobiernos se preparan para lanzar amplios programas de emisión de deuda destinados a financiar estímulos fiscales y el aumento del gasto en defensa. Por otro, el BCE ha iniciado una fase de reducción de su balance (quantitative tightening), lo que implica que, a diferencia del pasado reciente, ya no actuará como comprador de referencia para amortiguar el impacto de estas emisiones.
De hecho, según cálculos de BNP Paribas, este año el volumen neto de bonos emitidos por las principales economías de la eurozona alcanzará niveles sin precedentes. Este indicador, que descuenta de la emisión total la parte absorbida por el BCE y que no llega al inversor privado, marcará este año un nivel de absorción cero por parte del banco central.
Ante este panorama, resulta clave para la estabilidad de los mercados financieros que las entidades bancarias logren ejercer de manera eficiente su función como intermediarios, canalizando la deuda soberana hacia los inversores y logrando un equilibrio entre oferta y demanda. Si este mecanismo falla, se corre el riesgo de que aumenten los costes de financiación en un momento especialmente sensible.
Sin embargo, la situación se complica por el hecho de que muchas entidades han reducido su participación en la intermediación de deuda pública en los últimos años. Las restricciones regulatorias y el papel dominante del BCE en los mercados secundarios llevaron a los bancos a disminuir su actividad en este segmento, lo que abrió espacio a nuevos actores, especialmente los fondos de cobertura (hedge funds).
Actualmente, estos fondos controlan hasta el 55% de las operaciones en el mercado secundario de deuda soberana europea, una cifra que contrasta con el 26% registrado hace solo siete años, según datos presentados por las propias entidades al BCE.
Aunque estos actores han cubierto parte del vacío dejado por los bancos, tanto el BCE como el propio sector financiero dudan de que puedan desempeñar con la misma eficacia el papel de estabilizadores del mercado. Por ello, la institución liderada por Christine Lagarde ha iniciado conversaciones con los bancos para evaluar si están preparados para afrontar el aumento previsto en las emisiones de deuda, cumpliendo su función de creadores de mercado.
Según las actas de esas reuniones, los primeros intercambios entre el BCE y los bancos han sido positivos. Las entidades han asegurado que cuentan con la capacidad operativa necesaria para actuar como intermediarios, apoyándose en avances tecnológicos que permiten ejecutar operaciones a mayor velocidad y manejar volúmenes más altos sin necesidad de ampliar en exceso sus balances.
"El uso más eficiente de la tecnología ha sido clave para mantener el ritmo del mercado sin comprometer la estabilidad financiera", señaló una de las entidades participantes. Además, el BCE se muestra optimista tras constatar, mediante una encuesta interna, que una buena parte de los bancos ha ampliado recientemente su capacidad de negociación o tiene previsto hacerlo próximamente.
"Es una señal alentadora que muchos distribuidores hayan reportado un aumento de capacidad en el último año, y que la mayoría tenga planes para seguir ampliándola con el fin de afrontar la creciente demanda", concluye el BCE, aunque advierte que seguirá de cerca la evolución de estos compromisos para asegurarse de que se concreten.