(Cinco Días, 19-12-2025) | Mercantil, civil y administrativo
El Banco Central Europeo sigue instalado en la inacción. La institución con sede en Fráncfort decidió este jueves mantener los tipos de interés sin cambios, en el 2%, por cuarta reunión consecutiva, una señal de que se siente cómoda con el actual nivel de inflación, situado en el 2,1% en la eurozona. El contexto de crecimiento también resulta algo más favorable: las nuevas previsiones del BCE anticipan un mayor avance del PIB en los próximos años. No se perciben riesgos inmediatos de crisis ni desviaciones relevantes en los precios, aunque con Alemania y Francia aún mostrando debilidad, la economía de la zona euro -que pasará de 20 a 21 países cuando Bulgaria adopte la moneda única en enero- tampoco puede calificarse de especialmente dinámica.
Al igual que en septiembre, los técnicos del BCE han revisado al alza sus estimaciones de crecimiento. Ahora prevén que el PIB de la eurozona aumente un 1,4% en 2025, frente al 1,2% calculado anteriormente, y un 1,2% en 2026, dos décimas más que en la previsión previa. Para 2027 elevan la estimación al 1,4%, desde el 1,3%, y añaden por primera vez una proyección para 2028, también del 1,4%.
Las previsiones de inflación también se ajustan ligeramente. Para este año se mantiene en el 2,1%, sin cambios, mientras que para 2026 se revisa al alza hasta el 1,9%, desde el 1,7% anterior. En 2027 se conserva la estimación del 1,9% y para 2028 se anticipa un repunte hasta el 2%, justo el objetivo del banco central. Este escenario sugiere que el BCE espera varios ejercicios de estabilidad en los precios, lo que refuerza la idea de un periodo prolongado sin cambios en los tipos de interés.
Con esta nueva pausa, el BCE concluye 2025 con cuatro recortes de tipos, el mismo número que en 2024. Si el año pasado el precio del dinero bajó del 4% al 3%, en este ejercicio ha pasado del 3% al 2%. Salvo un shock inesperado que empuje a la economía europea a la recesión, no parece probable que en 2026 se repita una secuencia similar. La mayoría de analistas considera que el ciclo de bajadas ha llegado a su fin, o que, como mucho, podría producirse un último ajuste adicional.
Ese eventual recorte solo se contemplaría si se intensifica la caída de los precios energéticos -con el petróleo y el gas natural en niveles bajos- y si el euro continúa apreciándose frente al dólar, dos factores que podrían dar algo más de margen al BCE.
No obstante, el consenso para seguir reduciendo tipos parece distante dentro del Consejo de Gobierno. Algunas voces más restrictivas, como la de la alemana Isabel Schnabel, han insinuado incluso que el próximo movimiento podría ser al alza. Entre los argumentos que esgrimen figuran una mayor fragmentación del comercio internacional, el incremento del gasto público en países como Alemania, que ha anunciado un ambicioso plan de inversión en infraestructuras y defensa, y el envejecimiento de la población, que reduce la fuerza laboral y presiona al alza salarios y precios.
El debate está abierto, pero de momento prevalece la cautela. En cualquier caso, las previsiones económicas suelen quedar pronto superadas por los acontecimientos. Hace apenas tres meses, el gobernador del Banco de Lituania, Gediminas Simkus, bromeaba con la posibilidad de recortes inminentes al decir que no le sorprendería que Papá Noel llegara con tijeras. Finalmente, parece que en su saco solo habrá una tienda de campaña: la pausa monetaria podría alargarse.