(El Economista, 18-09-2024) | Mercantil, civil y administrativo
El Banco de España ha revisado al alza su previsión de crecimiento económico para este año, situándola en un 2,8%, lo que representa un aumento de cinco décimas respecto al 2,3% estimado hace tres meses. Este ajuste se debe a que los datos recientes del PIB han sido más favorables de lo previsto: la tasa de crecimiento del primer trimestre fue revisada del 0,7% al 0,8%, mientras que en el segundo trimestre se alcanzó un 0,8%, superando en tres décimas las proyecciones del banco y el 0,2% registrado en la zona euro. Estos resultados mejores de lo esperado han llevado al supervisor a ajustar automáticamente sus previsiones para este año.
Esta revisión, la primera bajo la dirección de José Luis Escrivá, se fundamenta en un rendimiento del sector exterior que ha sido mejor de lo anticipado, a pesar de la desaceleración en Europa. Por un lado, el turismo internacional ha experimentado un notable incremento en el gasto y una mayor diversificación tanto por temporadas como por regiones. Por otro lado, las importaciones, que restan valor al PIB, han crecido menos de lo esperado, debido en parte a una menor inversión y exportación de manufacturas que dependen de insumos extranjeros, y en parte a la mayor eficiencia energética y el aumento de la producción de energías renovables, lo que ha reducido la factura de combustible importado. Además, las exportaciones de mercancías han mostrado resistencia, lo que ha favorecido una mejora de la competitividad internacional. Otro factor clave ha sido el significativo incremento de la población extranjera, que ha impulsado el empleo. Mientras que la afiliación de trabajadores españoles ha crecido un 1,7% este año, la de extranjeros ha aumentado un 7,7%, representando ya el 13,5% de los afiliados a la Seguridad Social.
A pesar de estos datos positivos, el consumo privado y la inversión han tenido un crecimiento "relativamente modesto". El consumo de los hogares sigue siendo inferior a los niveles previos a la pandemia en un 3%, debido principalmente a la disminución en la compra de automóviles y bienes duraderos, afectando a todos los tipos de hogares, salvo aquellos donde el sustentador principal es mayor de 65 años, en los cuales el consumo ha aumentado un 2%. Por otro lado, la inversión en bienes de equipo por parte de las empresas sigue siendo un 6% inferior a los niveles anteriores a la pandemia. Estos factores podrían limitar la capacidad de la economía para mantener el reciente dinamismo, especialmente si el sector exterior pierde fuerza en el futuro, como ya se observa en la desaceleración del crecimiento del gasto turístico.
En cuanto al empleo, su crecimiento ha sido más lento en los meses de julio y agosto, tras un fuerte inicio de año. El Banco de España también ha señalado que el envejecimiento de la población está afectando la capacidad para emparejar empresas y trabajadores, con un estancamiento de los desempleados de larga duración en 1,1 millones. Esto sugiere que una gran parte del desempleo es estructural, lo que complica su reducción a través del ciclo económico. Por ello, el banco prevé que la tasa de paro se mantendrá en torno al 11% para 2026.
El consumo familiar podría seguir recuperándose en el tercer trimestre, según los indicadores de crédito al consumo, matriculaciones y comercio minorista, aunque también ha disminuido el número de pernoctaciones de españoles en hoteles. El Banco de España espera un crecimiento trimestral robusto entre julio y septiembre, aunque algo más moderado, del 0,6%. Para los próximos trimestres, el banco prevé que las tasas de crecimiento se irán moderando, alineándose con la capacidad de crecimiento de la economía. Se estima que el PIB crecerá un 2,2% en 2025 y un 1,9% en 2026, ajustando ligeramente al alza las previsiones de hace tres meses.
El supervisor argumenta que esta moderación se debe a una recuperación del consumo impulsada por el crecimiento de la población, el empleo y el poder adquisitivo de los salarios, en un contexto de moderación de precios y niveles de ahorro familiares aún elevados. El dinamismo poblacional será clave, y se espera que la reducción de los tipos de interés favorezca tanto el consumo como la inversión. Las empresas, con balances sólidos, también deberían aumentar sus inversiones gracias a un mayor uso de los fondos europeos, cuyo impacto se espera que sea mayor en los próximos dos años.
A pesar de la prevista desaceleración en el turismo, el Banco de España considera que el sector exterior mantendrá un rendimiento significativo. Sin embargo, estas proyecciones no incluyen los ajustes fiscales que exige el nuevo marco europeo, que requerirán un esfuerzo equivalente al 0,5% del PIB anual para reforzar la sostenibilidad de las finanzas públicas, aunque podrían reducir algo el dinamismo económico a corto plazo.
En cuanto a la inflación, se espera una moderación en los próximos años, con un incremento del IPC del 2,9% en 2024 y del 2,1% en 2025. Los precios de los alimentos y la energía han sorprendido a la baja, aunque la inflación en los servicios persiste. Además, la contención de los salarios ha ayudado a reducir los riesgos inflacionarios.