(El Economista, 15-10-2025) | Laboral
Aunque la ocupación en España se encuentra en niveles récord gracias al fuerte ritmo de creación de empleo, buena parte de estos nuevos puestos son precarios y con salarios modestos. Esto provoca que las cotizaciones asociadas no sean suficientes para cubrir el fuerte aumento del gasto en pensiones derivado de la jubilación masiva de la generación del baby boom -cuyas prestaciones son las más elevadas de la historia- y de la revalorización constante de las pensiones. El resultado es un sistema que, en la práctica, se encuentra en una situación crítica: su déficit se disfraza mediante operaciones contables y transferencias entre distintas partidas presupuestarias, creando la ilusión de estabilidad financiera en un modelo que lleva años acumulando pérdidas.
Además, los datos del Ageing Report 2024 de la Comisión Europea confirman que las reformas recientes no solo no han solucionado el problema, sino que han empeorado la sostenibilidad del sistema. Según el informe, el gasto en pensiones -que en 2021 se estimaba en el 10,3% del PIB- se ha revisado al alza hasta alcanzar el 16,7% del PIB, un incremento de 6,4 puntos en apenas tres años. Esta revisión revela el fuerte impacto negativo de las modificaciones introducidas en los últimos tiempos.
A pesar de ello, el Gobierno presume de haber "rellenado" la conocida hucha de las pensiones, presentándola como un colchón frente a los desafíos demográficos y financieros que se avecinan. Sin embargo, los datos desmienten este optimismo: el déficit de la Seguridad Social es estructural y sigue aumentando año tras año. En realidad, el Fondo de Reserva actúa como un mecanismo contable que oculta la magnitud real del desequilibrio. Según el informe La (in)sostenibilidad de la Seguridad Social, elaborado por los profesores Santiago Calvo y Daniel Fernández (Universidad de las Hespérides), "el aumento reciente del Fondo de Reserva no responde a un ahorro real, sino a simples movimientos contables destinados a ofrecer una imagen más favorable de las cuentas públicas", algo que los autores califican como un "engaño" o incluso un "fraude contable".
La situación del sistema público de pensiones es, por tanto, delicada. En solo tres años, las previsiones de gasto se han disparado como consecuencia de las reformas que han debilitado su equilibrio financiero. En la actualidad, las cotizaciones solo cubren tres de cada cuatro euros destinados a las prestaciones contributivas; el resto procede de transferencias del Estado y de nueva deuda pública. En 2024, el déficit del sistema alcanzó el 3,8% del PIB, lo que significa que ni siquiera una inyección de más de 54.000 millones de euros desde los presupuestos generales ha logrado equilibrar las cuentas.
Y esto ocurre en un contexto de máxima ocupación, con 22 millones de afiliados a la Seguridad Social. España genera mucho empleo en los periodos de expansión económica, pero si incluso en una fase de bonanza el sistema no logra sostenerse, el panorama en caso de recesión o desaceleración laboral sería preocupante. El Gobierno insiste en destacar los récords de afiliación e ingresos, algo cierto, aunque el verdadero problema está en el lado del gasto.
Finalmente, el supuesto refuerzo del Fondo de Reserva mediante el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) -una especie de nuevo impuesto- tampoco representa un ahorro real. Según los expertos, este mecanismo se financia con más deuda pública, de modo que lo que se presenta como un superávit es en realidad un espejismo contable: se registra a la vez un activo (el dinero del fondo) y un pasivo (la deuda emitida), sin que exista ahorro neto alguno.
El trampantojo es aún mayor si se observa el tamaño real de la 'hucha'. Tras las últimas aportaciones, acumula alrededor de 9.300 millones de euros, una cifra que ni siquiera alcanza para pagar un mes completo de pensiones contributivas, cuyo gasto supera los 13.000 millones. En términos prácticos, apenas cubriría 52 días del déficit anual del sistema. Y para colmo, los recursos se invierten casi exclusivamente en deuda pública española, lo que convierte al fondo en "uno de los menos rentables de Europa", incapaz siquiera de batir a la inflación.