(Cinco Días, 08-10-2024) | Fiscal
La clave está en cómo se obtiene esa financiación. En los préstamos personales o las tarjetas de crédito, el cliente responde de la deuda con todo su patrimonio. Ante el riesgo de impago, el banco cobra intereses elevados, que pueden oscilar entre el 11% y el 20% TAE. En cambio, en las líneas de crédito para personas de altos patrimonios, se utiliza como garantía sus activos financieros. Por ejemplo, alguien con 50 millones de euros en fondos de inversión solicita una línea de crédito y ofrece como garantía esos fondos. De este modo, el banco asegura que si el crédito no se devuelve, puede quedarse con parte de esos activos. Esto permite que los tipos de interés aplicados sean mucho más bajos, entre el 2% y el 4%.
Ahora bien, si ya se dispone del dinero, ¿por qué no vender esos activos para cubrir los gastos en lugar de pedir una línea de crédito? La ventaja principal radica en el aspecto fiscal. Al no vender los activos, no se tributa por las ganancias obtenidas. En el Impuesto sobre la Renta, estas ganancias están sujetas a una tasa que puede llegar al 28%. Además, las personas con grandes patrimonios suelen tener sociedades que les permiten deducir el gasto en intereses de otros ingresos gravables.
Francisco González Martín, experto en fiscalidad de A&G Banca Privada, explica que utilizar los activos financieros para obtener financiación es una práctica muy común entre los grandes patrimonios. Según comenta, estos clientes suelen tener una sociedad familiar que gestiona inversiones en inmuebles, fondos de capital riesgo, empresas y activos financieros. "Ofrecer 10 millones de euros en un fondo de inversión como garantía para una línea de crédito permite acceder a condiciones de financiación muy ventajosas. Además, los intereses pagados son deducibles y, si el dinero obtenido se destina a una actividad empresarial, no se incluye en el cálculo del impuesto sobre las grandes fortunas", destaca.
En la red social X, un empleado bancario del País Vasco comentó hace algunos meses que cada vez ve más casos de uso de este tipo de fórmulas en España. Puso un ejemplo ilustrativo: "Un cliente con una cartera de fondos valorada en 20 millones de euros y que obtiene cada año un retorno superior a la inflación en un 3%, podría obtener una línea de crédito por 15 millones de euros, con un tipo de interés muy bajo, gracias a la pignoración de su cartera. Si retira 500.000 euros anuales, después de 30 años acabaría con una cartera de 48 millones de euros, mientras que si hubiera retirado directamente el dinero, terminaría con solo 15 millones de euros."
La diferencia en términos fiscales es notable, ya que si tuviera que vender sus fondos cada año para obtener los 500.000 euros, debería pagar a Hacienda el 28% de las plusvalías generadas. Además, si deja la cartera de fondos a sus herederos, las ganancias acumuladas no estarían sujetas a impuestos. Al final, el gasto por los intereses de la línea de crédito queda compensado por el ahorro fiscal y por los rendimientos que siguen generando los fondos pignorados.
Uno de los pocos riesgos asociados a esta estrategia es una posible subida significativa de los tipos de interés, lo que encarecería la financiación, y una caída en el mercado bursátil, como ocurrió en 2022. Sin embargo, dado que estas inversiones suelen ser a largo plazo, estos problemas suelen ser temporales. Por lo general, los clientes con grandes patrimonios obtienen retornos de entre el 5% y el 8% en sus inversiones, mientras que pagan menos de la mitad de esa cifra en intereses.