(El Economista, 17-07-2025) | Laboral

Al analizar la evolución de la economía española desde la crisis provocada por la pandemia hasta el presente, se suelen destacar los buenos resultados de los grandes indicadores: España lidera el crecimiento del PIB entre las principales economías europeas y encabeza la creación de empleo en la región. Sin embargo, un análisis más profundo revela que este crecimiento es mayormente de tipo "extensivo". Es decir, la economía ha crecido porque se utilizan más recursos (trabajo, capital, tierra), pero no porque se estén utilizando de manera más eficiente. Como consecuencia, aunque las cifras macroeconómicas mejoran, esa expansión no se traduce en una mejora real en el nivel de vida de la población. El PIB per cápita apenas ha aumentado y los salarios, descontando la inflación, siguen siendo más bajos que hace cuatro años. En contraste, Portugal -tradicionalmente considerada una economía menos desarrollada que la española- ya ha superado sus niveles salariales reales de 2021 y muestra una evolución más favorable tanto en renta per cápita como en poder adquisitivo.

Recientemente, la OCDE publicó su informe Perspectivas de Empleo 2025, el cual recoge datos que invitan a la reflexión. Según este informe, España enfrenta importantes desafíos estructurales a largo plazo, como un fuerte envejecimiento poblacional y un crecimiento extremadamente bajo del PIB per cápita (apenas un 0,13 % anual). De mantenerse esta tendencia, en los próximos años habrá en España un trabajador por cada persona dependiente (niños, jubilados, pensionistas...).

Una de las observaciones que más llamó la atención del informe es la que hace referencia a la situación actual: aunque el desempleo ha descendido significativamente en los últimos años, los salarios no han logrado seguir el ritmo de la inflación. A pesar de los aumentos nominales en 2023 y 2024, los salarios reales en el primer trimestre de 2025 eran todavía un 4,1 % más bajos que en el mismo periodo de 2021. Esto sitúa a España a la cola de las grandes economías de la OCDE en cuanto a evolución salarial real, solo por delante de Australia e Italia.

En el lado opuesto, Portugal destaca como uno de los pocos países donde los salarios reales ya han superado los niveles previos a la crisis inflacionaria. Según el mismo informe, el salario real medio portugués ha aumentado un 1,8 % entre el primer trimestre de 2021 y el de 2025. Aunque este crecimiento está por debajo del promedio de la OCDE (2,4 %), supone una recuperación significativa y suficiente para situar a Portugal fuera del grupo de 18 países donde los salarios reales aún están por debajo del nivel prepandemia. En definitiva, aunque tanto España como Portugal han tenido buenos resultados a nivel macroeconómico, los trabajadores portugueses han visto una mejora más tangible en sus ingresos.

El notable contraste entre ambos países resulta aún más interesante si se tiene en cuenta la cercanía geográfica y las similitudes culturales y económicas. Sin embargo, los indicadores del mercado laboral permiten identificar algunas claves de esta divergencia.

Por un lado, la tasa de paro en Portugal se sitúa en el 6,3 %, frente al 11,3 % en España. Esta diferencia sugiere que el mercado laboral portugués está más ajustado, lo que implica que las empresas tienen que competir más intensamente para atraer y retener talento, lo que a su vez puede explicar la mayor subida de salarios.

Otra explicación relevante es la productividad. Según la teoría económica, cuando la productividad aumenta -es decir, cuando los trabajadores producen más en el mismo tiempo-, las empresas generan mayores ingresos y pueden ofrecer mejores salarios sin que esto implique un aumento de costes que derive en inflación. En mercados competitivos, este incremento de productividad suele traducirse en mejoras salariales. En otras palabras, cuando un trabajador aporta más valor, también tiene mayor capacidad de negociación para recibir una compensación acorde.

Aunque la práctica no siempre sigue la teoría, los datos de la OCDE confirman que Portugal ha mejorado mucho más en este aspecto. Entre 2019 y 2023, la productividad por hora trabajada en Portugal creció a un ritmo del 2,22 % anual, frente a tan solo el 0,37 % en España. En nuestro país, el crecimiento del PIB y de la renta per cápita se ha apoyado principalmente en la creación de empleo, es decir, en aumentar el número de personas trabajando, pero sin que eso implique necesariamente una mejora en la eficiencia del trabajo. Portugal, en cambio, ha experimentado una menor creación de empleo, pero ha logrado producir más y mejor con los trabajadores que ya tenía.

En resumen, mientras España muestra buenos datos agregados, el crecimiento no está mejorando la calidad de vida de forma significativa. Portugal, con un crecimiento más eficiente y una mejora real de los salarios, ha logrado avances más palpables para su población.

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