(Expansión, 26-06-2025) | Laboral

En el panorama actual del empleo, los periodos de inactividad en la trayectoria profesional han dejado de considerarse una mancha en el currículum. Hasta hace poco, cualquier interrupción sin justificar era motivo de sospecha para los reclutadores y podía cerrar muchas puertas. Sin embargo, esta percepción ha cambiado de forma notable: lo que antes se interpretaba como una señal de alerta, ahora se valora como una muestra de resiliencia y capacidad de adaptación a contextos profesionales cambiantes, en los que las carreras ya no siguen caminos lineales ni consisten en encadenar proyectos en el mismo sector.

Esta nueva visión parte del reconocimiento de que detrás de una pausa laboral puede haber múltiples razones legítimas, fruto de situaciones personales o decisiones conscientes. Así lo explica Alberto Gavilán, director de talento en The Adecco Group, quien señala que hoy en día las lagunas en el currículum no generan el rechazo de antaño. Gavilán identifica dos elementos que deben quedar claramente explicados en una trayectoria profesional: por un lado, los cambios frecuentes de empleo; por otro, las mencionadas pausas laborales.

Entre las causas más habituales que justifican estas interrupciones están la formación -personas que deciden reorientar su carrera y adquirir nuevas habilidades-, la necesidad de cuidar la salud mental o física, o el emprendimiento, incluso si este termina en fracaso y obliga a regresar al empleo por cuenta ajena. Para Gavilán, todas estas experiencias evidencian que los itinerarios profesionales son cada vez más flexibles y que reinventarse es algo común y cada vez mejor recibido por los reclutadores.

A esta perspectiva se suma la de Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, quien añade los llamados "proyectos paralelos": iniciativas personales, de aprendizaje o sociales que se emprenden durante los periodos sin empleo formal y que también pueden enriquecer el perfil profesional. Según Pérez, cada vez más expertos en recursos humanos valoran estas etapas como fuentes de crecimiento que aportan diversidad de experiencia, habilidades transferibles y fortaleza emocional.

No obstante, Pérez también alerta sobre el riesgo de idealizar o romantizar estos paréntesis profesionales. Subraya que no todo el mundo puede permitirse un "año sabático" y que, para muchas personas, una laguna es simplemente una mala racha. Además, advierte que contar historias de reinvención profesional con tintes heroicos -como abogados que se convierten en artistas o ejecutivas que abren casas rurales- puede sonar forzado, sobre todo cuando se repiten demasiado y se alejan de la realidad de la mayoría.

Pérez concluye que, pese a los avances en la percepción de estas pausas, muchas empresas y departamentos de recursos humanos siguen viendo los huecos en el currículum con recelo, como posibles señales de descompromiso o inestabilidad. Por eso insiste en que estas etapas solo aportan valor real si se traducen en aprendizajes, resultados o competencias concretas. Decir que uno ha estado formándose suena bien, pero es necesario mostrar qué se ha aprendido, cómo se ha aplicado y qué se ha conseguido con ello.

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