(El Economista, 23-05-2025) | Laboral
La manera en que se busca empleo en España es clave para entender por qué el país mantiene la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea. Los datos de la última Encuesta de Población Activa (EPA), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), revelan algunos aspectos llamativos. Uno de ellos es que, si bien el 45% de las personas desempleadas revisa las ofertas de trabajo publicadas, solo un 31% llega a postularse. En cambio, un porcentaje más alto, del 36,3%, opta por presentarse directamente en las empresas para preguntar si hay vacantes disponibles.
En España, la estrategia más común para buscar empleo sigue siendo recurrir al círculo cercano: un 53,9% de los desempleados acude a familiares y amistades. Aunque esta cifra ha bajado ligeramente en los últimos años, no se ha visto compensada por un mayor uso de herramientas digitales. Un ejemplo claro es que únicamente el 35,9% publica su currículum en portales de empleo en línea, una cifra inferior a la de quienes se presentan directamente ante las empresas.
La EPA actualizó su metodología en 2021 para reflejar mejor cómo las nuevas tecnologías han transformado los hábitos de búsqueda de empleo. Desde entonces, la mayoría de las formas tradicionales han reducido ligeramente su uso, aunque muchas personas combinan varios métodos. Así, la evolución muestra una mayor diversidad en las estrategias, aunque el orden de preferencia no ha variado demasiado. Entre las menos utilizadas siguen figurando las oficinas de empleo públicas (20,1%), las empresas de trabajo temporal (14,8%) y el autoempleo (solo un 3,3% ha dado pasos para crear su propio negocio).
Pero, ¿por qué hay tanta diferencia entre quienes consultan ofertas y quienes finalmente se postulan? Principalmente por el desajuste entre lo que se ofrece y lo que buscan los candidatos: los requisitos pueden no encajar o las condiciones laborales no resultar atractivas. Además, en un entorno digital saturado, en el que una sola oferta puede recibir miles de solicitudes, muchos candidatos -incluso cualificados- desconfían de su posibilidad de superar la criba inicial, a menudo gestionada por algoritmos.
La EPA no recoge datos sobre cómo buscan trabajo quienes ya están empleados pero desean cambiar de puesto, un aspecto clave que ayudaría a tener una visión más completa. En cuanto a los desempleados, el número que participa en entrevistas o procesos de selección es bajo: solo un 12,5% llega a esa etapa. Aunque es cierto que quienes consiguen empleo ya no se contabilizan como parados, el dato sigue siendo bajo y apenas ha variado respecto al 12,9% del año anterior, lo que sugiere que solo uno de cada diez parados accede realmente a una entrevista.
En este contexto, aunque los anuncios de empleo sirven como orientación, muchos desempleados optan por estrategias más directas, como presentar una candidatura espontánea a las empresas. Sin embargo, la EPA no aclara cómo se lleva a cabo ese contacto: si es presencial -como aún es frecuente en sectores como la hostelería-, si se envía el currículum directamente a los departamentos de recursos humanos, o si se recurre a plataformas como LinkedIn para establecer contacto con los responsables de selección.
Las estrategias varían según el sector y el perfil profesional, pero lo que queda claro es que la búsqueda directa y activa, ya sea mediante redes de contacto o presentándose en las empresas, continúa siendo la vía más común, incluso en una era donde bastaría con hacer clic para postularse a una oferta.