(El País, 18-07-2025) | Laboral

La semana pasada, Vox reavivó el discurso xenófobo al plantear la expulsión masiva de unos ocho millones de personas extranjeras y sus descendientes. Se trata de trabajadores que residen legalmente en España y que, además de ser blanco de discursos de ultraderecha, sufren una marcada desigualdad salarial respecto a los trabajadores nacionales. España presenta una de las brechas retributivas más amplias entre países desarrollados: los inmigrantes ganan un 29,3% menos que los ciudadanos nativos, según un estudio publicado este miércoles en la revista científica Nature. Esta diferencia es comparable a la de Canadá (27,5%), pero mucho mayor que la de otros países europeos como Noruega (20,3%), Alemania (19,6%) y Francia (18,9%), y muy superior a la de Estados Unidos (10%) o Suecia (7%).

El informe analiza la situación en nueve países -entre ellos también Países Bajos (15,4%) y Dinamarca (9,2%)- y concluye que, en promedio, los trabajadores inmigrantes ganan un 17,9% menos que los autóctonos. La mayor parte de esta diferencia (tres cuartas partes) se explica porque los inmigrantes se concentran en empleos de menor remuneración. Un 4,6% adicional se debe a diferencias salariales dentro de un mismo puesto y empresa, fenómeno conocido como desigualdad intralaboral. En este aspecto, España también destaca negativamente, con un 7% de diferencia, solo superada por Canadá (9,4%) y seguida de cerca por Francia (6,7%).

Raúl Ramos, catedrático de Economía Aplicada en la Universitat de Barcelona, indicó al Science Media Center España que el estudio trata un tema muy relevante, considerando que el crecimiento poblacional en muchas economías desarrolladas dependerá en gran medida de la inmigración. No obstante, aclara que los datos no permiten establecer con certeza si estas barreras de acceso a mejores empleos se deben exclusivamente a discriminación u a otros factores. Por su parte, Fernando Pinto Hernández, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador de Fedea, advierte que la situación en España es especialmente preocupante, ya que revela la existencia de obstáculos estructurales para la plena integración laboral, incluso para quienes ya forman parte del mercado formal.

El análisis, basado en datos de 13,5 millones de personas entre empleadores y empleados, también desglosa la brecha salarial según la región de origen de los inmigrantes. Las diferencias más marcadas se dan entre personas procedentes del África Subsahariana (26,1%), Oriente Medio y el norte de África (23,7%), Asia (20,1%) y América Latina (18,5%). En cambio, los trabajadores procedentes de Europa, América del Norte y otras regiones desarrolladas presentan una brecha del 9%.

En seis de los países analizados, los investigadores pudieron estudiar también a los hijos de inmigrantes para ver si la desigualdad salarial persistía en la siguiente generación. Para estos descendientes, la diferencia de ingresos se reduce a un promedio del 5,7%, con resultados por país como: Noruega (8,7%), Alemania (7,7%), Países Bajos (5,5%), Suecia (5,3%), Dinamarca (5,2%) y Canadá (1,9%). En cuatro de cada cinco casos, estas diferencias se deben a dificultades para acceder a mejores empleos, mientras que la brecha dentro de un mismo puesto es solo del 1,1%. Pinto Hernández lamenta que en el caso español no se disponga de datos que permitan distinguir entre inmigrantes de primera y segunda generación, lo que dificulta el análisis de la movilidad intergeneracional.

Además, el estudio señala que no todas las desigualdades dentro del mismo empleo pueden explicarse con los datos disponibles, por lo que es posible que factores como redes informales o sesgos institucionales también estén influyendo. Frente a esta situación, los autores del estudio subrayan la necesidad de implementar políticas públicas dirigidas a atacar la principal causa de la disparidad: la segregación laboral. Proponen medidas como la enseñanza de idiomas, programas de capacitación, apoyo en la búsqueda de empleo y desarrollo de habilidades personales. Pinto Hernández, por su parte, aboga por mejorar el reconocimiento de títulos extranjeros, reforzar los programas de recualificación, facilitar el acceso a redes laborales, revisar posibles discriminaciones en los procesos de selección y ascenso, y adaptar las políticas activas de empleo a las distintas trayectorias migratorias.

Finalmente, Raúl Ramos señala que uno de los factores que limita el avance laboral de los inmigrantes es la "transferibilidad imperfecta" del capital humano adquirido en sus países de origen. Es decir, las habilidades y competencias que traen consigo muchas veces no se ajustan a las exigencias del mercado laboral del país receptor, lo que provoca una pérdida inicial en su estatus profesional. Aunque con el tiempo esta situación tiende a mejorar, generalmente no se recupera por completo el nivel perdido.

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