(El Economista, 10-12-2024) | Laboral

Hace tres años, la reforma laboral, que limitó de forma significativa la contratación temporal, se percibió como un golpe casi definitivo para las empresas de trabajo temporal (ETTs) en España. Las cifras actuales parecen confirmar esta impresión: en septiembre de este año había registradas solo 228 ETTs, 13 menos que en el mismo mes del año anterior, y el número de trabajadores contratados directamente por estas empresas se redujo a poco más de 190.000. Sin embargo, sorprendentemente, el sector alcanzó un récord histórico con 359.568 contratos de puesta a disposición, que involucraron a más de 200.000 trabajadores. Entonces, ¿cómo es posible que, en su peor momento, las ETTs gestionen más trabajadores que nunca?

Los contratos de puesta a disposición, base del modelo de negocio de las ETTs, permiten a estas empresas "ceder" temporalmente a sus trabajadores a otras compañías para cubrir necesidades puntuales. Según los datos del Ministerio de Trabajo, la actividad del sector tuvo un final de verano inesperadamente positivo, marcando niveles récord y rompiendo con la tendencia descendente registrada desde la implementación de la reforma laboral.

A pesar de este repunte en la actividad, el número de ETTs activas se encuentra en mínimos históricos para el mes de septiembre desde 1996, cuando se iniciaron las estadísticas comparables. Esta aparente contradicción tiene dos posibles explicaciones: primero, la reforma laboral ha impulsado una transformación del modelo de negocio de las ETTs, que ahora dependen más de los contratos fijos discontinuos que de los temporales; segundo, no todas las empresas han logrado adaptarse al nuevo contexto regulatorio.

La disminución en el número de ETTs no es un fenómeno reciente, sino una tendencia que se remonta a 1998, cuando alcanzaron su pico con 444 empresas. Las restricciones legales y las limitaciones sobre los tipos de contratos permitidos han afectado históricamente a este sector. Ni siquiera los intentos de colaboración público-privada para fomentar la empleabilidad, impulsados por los gobiernos entre 2000 y 2006, lograron revertir esta dinámica.

En 2013, la creación de agencias de colocación abrió una nueva línea de negocio para algunas ETTs, basada en actuar como intermediarias entre empresas y candidatos, sin contratar directamente a los trabajadores. Sin embargo, muchas no sobrevivieron a las secuelas de la Gran Recesión.

A pesar de las críticas frecuentes hacia las ETTs, acusadas por los sindicatos de fomentar la precariedad, se reconocía que estas empresas podían ofrecer garantías laborales que otros empleos temporales no proporcionaban. Durante la negociación de la reforma laboral de 2021, se adoptaron medidas que, aunque endurecieron la regulación de los contratos temporales, como la eliminación de los contratos por obra y servicio, también ofrecieron al sector una oportunidad histórica: la posibilidad de realizar contratos indefinidos para ceder trabajadores a sus clientes. Estos contratos, denominados fijos discontinuos, permiten mantener la relación laboral con el trabajador durante los periodos de inactividad sin necesidad de abonar salarios ni cotizaciones.

Sin embargo, esta nueva modalidad no ha sido ampliamente adoptada. Actualmente, los contratos fijos discontinuos representan solo el 12,8% de las contrataciones realizadas por las ETTs, muy lejos del 44% que alcanzaban los contratos por obra y servicio antes de la reforma. Esto ha contribuido a que la contratación directa por parte de las ETTs continúe en declive.

La concentración del sector en un número reducido de empresas más grandes y capaces de adaptarse a las nuevas normas podría explicar por qué sigue reduciéndose el número de ETTs activas. Solo las compañías con suficiente capacidad para ajustarse al nuevo marco legal parecen estar sobreviviendo en un entorno cada vez más competitivo y regulado.

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