(El Economista, 10-07-2025) | Laboral
En los últimos años, el Gobierno ha utilizado las subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) como una herramienta clave de su política económica. Desde 2019, estos aumentos han elevado el salario mínimo un 61% respecto al nivel que tenía cuando Pedro Sánchez asumió la presidencia. Esta evolución ha impactado de forma directa en los convenios colectivos, modificando la estructura salarial al dar más peso a los complementos (como los de productividad, idiomas, disponibilidad o antigüedad) frente al salario base.
Así lo señala un reciente informe elaborado por Eurofound, organismo de la Unión Europea en el que participan gobiernos, patronales y sindicatos. El estudio analiza el efecto de las subidas del SMI en países como España, Francia, Alemania, Portugal, Rumanía y Eslovenia, centrándose especialmente en sectores con bajos salarios como la industria alimentaria y de bebidas, y el ámbito de los cuidados y la atención domiciliaria.
Según el análisis, una de las tendencias comunes en la mayoría de los países y sectores es el incremento del protagonismo de los complementos salariales negociados en el ámbito empresarial, consecuencia directa del alza del salario mínimo. En el caso español, era habitual que los salarios base estuvieran por debajo del SMI, pero al ir acortándose esa diferencia en muchos convenios, las empresas han optado por aumentar los pluses para mantener los salarios totales por encima del umbral legal.
Aunque el informe no ofrece datos específicos por país, esta dinámica es coherente con el hecho de que el salario base ha crecido en menor medida que el SMI. Dado que la retribución total debe igualar al menos la cantidad fijada anualmente como salario mínimo, muchas empresas han optado por ajustar los complementos, que podrían absorberse en futuras subidas salariales, en lugar de incrementar el salario base directamente.
Un representante de la patronal española expuso ante Eurofound que, en muchos casos, son los propios sindicatos quienes prefieren mantener los complementos y no firmar subidas del salario base a cambio de su eliminación, ya que algunos de estos pluses, como el de antigüedad, no son compensables ni absorbibles según la normativa. No obstante, tanto UGT como CCOO han criticado que esta práctica se ha vuelto común en el sector privado, lo que implica que los trabajadores con sueldos ligeramente superiores al SMI no experimentan mejoras reales tras las subidas del mínimo.
Esta preocupación quedó reflejada en el acuerdo que estableció un aumento del 4,4% del SMI para 2025. En dicho pacto, los sindicatos instaron al Gobierno a revisar los criterios que permiten la compensación y absorción salarial, abriendo la puerta a que el salario base tenga que igualarse al mínimo legal. Esta petición responde a su desacuerdo con sentencias judiciales que han cerrado esta posibilidad. Según fuentes empresariales, los sindicatos pretenden precisamente ese resultado en la negociación abierta para adaptar la directiva europea sobre salarios mínimos, cuyo siguiente encuentro está previsto para hoy.
Más allá de los aspectos retributivos, las subidas del SMI han reducido el margen de maniobra de los negociadores a la hora de cerrar nuevos convenios colectivos. En el sector de los cuidados y atención a domicilio, por ejemplo, antes era común negociar mejoras en otros aspectos laborales como los turnos o la jornada, pero ahora estas posibilidades se ven limitadas, lo que hace prever mayores tensiones entre empresas y trabajadores.
El informe también constata un efecto de "compresión salarial" en España, es decir, que las subidas salariales se concentran en los grupos profesionales de menor nivel o que estos son los que registran los mayores incrementos. Esto ha reducido las diferencias salariales entre niveles de responsabilidad, disminuyendo los incentivos a promocionar. Incluso entre empleados de la misma categoría pero con distinta antigüedad se han producido tensiones, ya que las compañías afrontan crecientes presiones para aplicar aumentos uniformes, algo difícil de asumir en muchos casos.
Esta situación también genera malestar entre los propios trabajadores, que perciben que la distancia salarial entre ellos y compañeros de categorías inferiores se ha estrechado significativamente. La CEOE suele advertir de que las subidas del SMI acaban trasladándose a toda la escala salarial, aunque los expertos aclaran que este efecto aún no se ha producido, lo que explica la intensidad de la compresión observada.