(El País, 25-11-2025) | Laboral

Christine Lagarde parece exasperada de repetir el mismo mensaje, pero continúa insistiendo. La presidenta del Banco Central Europeo trasladó este viernes a los líderes de la UE su frustración por la falta de avances en la integración real del mercado único europeo, bloqueada desde hace años en áreas como la unión bancaria, los servicios digitales, los mercados de capitales o la armonización fiscal.

"Si conseguimos que nuestro Mercado Único sea verdaderamente único, el crecimiento europeo dependerá de nuestras propias decisiones y no de factores externos. Este mensaje lo di hace seis años y hoy es aún más urgente. Otros seis años de pasividad -y de crecimiento desaprovechado- no serían solo decepcionantes, sino irresponsables", advirtió durante un congreso bancario en Fráncfort.

Lagarde ilustró las dificultades con el ejemplo de la compleja maraña fiscal a la que se enfrentan las empresas, que termina frenando el desarrollo tecnológico europeo. "Una plataforma digital que ofrezca servicios de software o en la nube en toda la UE debe adaptarse hoy a 27 sistemas distintos de IVA, cada uno con su propio criterio sobre dónde se genera valor. Esta complejidad beneficia a las grandes firmas estadounidenses, que pueden soportar esos costes, justo lo contrario de lo que Europa necesita si quiere impulsar líderes digitales propios", señaló.

Tras años en los que la UE ha intentado presentarse como defensora del libre comercio frente al proteccionismo de Donald Trump, firmando acuerdos con Canadá, Mercosur o Japón, Lagarde considera que ha llegado el momento de dejar de mirar fuera y centrarse en las oportunidades internas del continente. Y reconoce que el sector exterior no ha funcionado como se esperaba, afectando a economías muy dependientes de las exportaciones, como Alemania. "A mediados de 2023, nuestros equipos preveían que las exportaciones crecerían un 8% para mediados de 2025. La realidad es que no han crecido nada. Y se espera que resten crecimiento en los próximos dos años. El impacto ha sido especialmente fuerte en países con gran peso industrial", explicó.

La pérdida de competitividad externa no es el único problema. También preocupa la enorme dependencia de la industria europea respecto a determinados suministros. "Más del 80% de las grandes empresas de la zona euro dependen de un único proveedor chino de tierras raras con apenas tres intermediarios. Las recientes interrupciones -como la falta de chips para la automoción- han mostrado cómo un único cuello de botella puede paralizar sectores enteros", alertó Lagarde.

A ello se suma que los ciudadanos europeos están trasladando buena parte de su ahorro a Estados Unidos, favoreciendo el crecimiento de sus compañías. Los residentes en la zona euro tienen ya casi un 10% de sus inversiones en acciones estadounidenses, por valor de 6,5 billones de euros, el doble que en 2015. Lagarde no les culpa: "Es lógico. Los mercados estadounidenses han ofrecido rendimientos cinco veces mayores que los europeos desde el año 2000". Pero esta dinámica "ha creado un círculo vicioso": cuanto más capital europeo cruza el Atlántico, más se amplía la distancia entre ambas economías, y más ahorro vuelve a fluir hacia EE UU.

Aun así, la presidenta del BCE también destacó algunos elementos positivos. Subrayó que el mercado laboral europeo está mostrando un comportamiento "extraordinariamente sólido" desde la pandemia, rompiendo la correlación tradicional entre crecimiento del empleo y PIB. "Esta fortaleza ha generado un círculo virtuoso: más empleo impulsa el consumo, que sostiene la actividad en los servicios y crea todavía más puestos de trabajo", celebró.

Asimismo, señaló que las inversiones europeas en inteligencia artificial e infraestructuras digitales crecen con intensidad, y que la inversión pública compensará alrededor de un tercio del impacto negativo del comercio exterior hasta 2027. También resaltó paquetes fiscales como el alemán, centrado en defensa e infraestructuras, que considera "oportunos para Europa" y con un "impacto relevante en el crecimiento".

Pero las buenas noticias terminaron ahí. Lagarde volvió a criticar el bloqueo que provoca la necesidad de unanimidad en muchas decisiones de la UE y defendió recurrir con más frecuencia a la mayoría cualificada. Propuso además simplificar los procedimientos para que las empresas puedan acogerse a normas europeas únicas en ámbitos concretos, sin necesidad de armonización completa entre países. Un primer paso, sugirió, podría ser crear una identidad digital empresarial común que permita operar en línea en toda la UE con un único perfil.

Pese a casos como el de España -que lleva dos años liderando el crecimiento entre las economías avanzadas-, la actividad económica europea no ha alcanzado lo previsto por Fráncfort. "A mediados de 2023 se proyectaba un crecimiento acumulado del 3,6% hasta mediados de 2025. La realidad es del 2,3%, lo que equivale a un año perdido de crecimiento normal, y con una productividad aún peor", lamentó Lagarde.

Por ello, la gran pregunta sigue siendo cómo derribar las barreras internas que persisten en el mercado único. Un estudio del BCE indica que esas trabas equivalen a aranceles de alrededor del 100% en los servicios y del 65% en los bienes, lo que evidencia el amplio margen de mejora existente.

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