(El Economista, 22-07-2025) | Laboral
La economía española ha venido perdiendo peso industrial de forma continua a lo largo de los primeros 25 años del siglo XXI. El proceso de deslocalización y desindustrialización que se ha intensificado en las últimas décadas ha provocado un descenso significativo en la contribución de la industria al Producto Interior Bruto (PIB), que ha pasado del 17,9% en el año 2000 al 11,8% en 2024, una caída de seis puntos porcentuales. El retroceso ha sido aún más acusado en el empleo: actualmente, la industria manufacturera genera menos del 10% del total de puestos de trabajo, frente al 17,3% que representaba hace un cuarto de siglo.
Este retroceso del sector industrial en la economía española queda reflejado en la más reciente monografía publicada por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). El estudio revela que en la actualidad trabajan en la industria manufacturera unas 2.170.000 personas, lo que equivale al 9,9% del empleo total. Desde el año 2000 se han destruido 723.500 empleos industriales, lo que supone una contracción del 25% en este ámbito.
Esta evolución contrasta con el discurso político y comunitario, que desde hace años defiende la necesidad de reindustrializar Europa -y en particular España- como base para fortalecer la economía y preservar el Estado del Bienestar. No obstante, el informe advierte de que durante este periodo la distancia entre España y el resto de países europeos se ha ampliado: el valor añadido bruto de la industria manufacturera española se sitúa 3,9 puntos por debajo de la media comunitaria y lejos del objetivo marcado por la UE, que aspira a que la industria represente el 20% del PIB de los Estados miembros.
"El proceso de desindustrialización en España responde a una dinámica global de mayor apertura y desplazamiento de la producción hacia países terceros", resume el informe titulado La adaptación de la industria manufacturera española al escenario energético y la transición digital. En España, la industria manufacturera -excluyendo el sector energético- agrupa algo más de 150.000 empresas, lo que representa el 4,8% del tejido productivo del país. Cuatro sectores concentran el 60% de la producción industrial nacional, funcionando como los pilares de esta rama económica.
Entre ellos, destaca la industria agroalimentaria, que supone por sí sola el 19,4% del total, situándose 8,4 puntos por encima de la media europea, lo que refleja una especialización distintiva respecto a otros países de la UE. Le siguen los sectores del metal (12,7%), la industria química y farmacéutica (12,1%) y la fabricación de material de transporte (11,8%). También se sitúan por encima de la media comunitaria los sectores textil y del plástico.
En cambio, la industria española muestra una posición más débil frente a Europa en áreas clave como la fabricación de maquinaria y bienes de equipo -donde su peso es la mitad del promedio europeo- o en sectores como la electrónica, la óptica y la informática, donde su representación es hasta seis veces menor. Una de las razones por las que los expertos destacan la importancia de una industria sólida es su mayor productividad en comparación con el sector servicios. En España, esta diferencia es aún más acentuada: la productividad industrial está un 5,4% por debajo de la media europea, y la brecha se amplía al compararse con países como Francia (16% de diferencia) o Alemania (29%).
De hecho, si se analiza la productividad total de los factores -que contempla tanto el rendimiento del capital como del trabajo-, se observa que la industria manufacturera en España es un 6% menos eficiente que el sector servicios. No obstante, el estudio advierte que existen fuertes diferencias entre subsectores industriales.
Además de analizar la evolución de la industria desde el año 2000, el informe -dirigido por los profesores Joaquín Maudos, Juan Fernández de Guevara y María Dolores Furió- también examina el papel de la digitalización y el acceso a la energía como factores clave para mejorar la competitividad industrial. Según el documento, los sectores con mayor intensidad tecnológica duplican en eficiencia a aquellos con menor nivel de digitalización. En este sentido, el sector TIC ha incrementado su productividad un 40% entre 2000 y 2021, mientras que las industrias menos tecnológicas apenas han mostrado mejoras.
Entre los sectores más rezagados en digitalización, el estudio señala a actividades tradicionales como la alimentación, el textil, el calzado, la madera o las artes gráficas, que aún presentan un largo camino por recorrer para alcanzar los estándares marcados por Europa.