(El País, 31-01-2025) | Mercantil, civil y administrativo

La economía europea sigue mostrando signos de debilidad y no logra despegar con fuerza. Aunque 2024 presentó una leve mejoría en comparación con el año anterior, con un crecimiento del 0,7% en la zona euro según Eurostat, la recuperación ha sido insuficiente. Este avance de seis décimas respecto a 2023 partía de un nivel muy bajo y se ha visto empañado por la falta de dinamismo al cierre del año. En el último trimestre, la actividad económica se ha estancado, registrando un crecimiento del 0%, según la primera estimación de la oficina europea de estadísticas.

El nuevo frenazo económico refleja las dificultades que enfrenta Europa para recuperar un crecimiento sostenido y superar la crisis provocada por la fuerte subida de precios de 2022. Aunque en el pasado la región ha atravesado momentos críticos, como la crisis financiera, en la actualidad la sensación de declive es más pronunciada. Los problemas de competitividad y productividad trascienden las fluctuaciones coyunturales y requieren reformas estructurales profundas. En este contexto, la Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, ha presentado un plan para revitalizar la Unión Europea. Sin embargo, este programa presenta carencias importantes, como la falta de un enfoque más ambicioso en el uso de recursos comunes para impulsar la inversión.

El estancamiento económico también aumenta la presión sobre el Banco Central Europeo, que debe tomar decisiones sobre los tipos de interés en su próxima reunión. En los últimos meses, el organismo ha adoptado una política monetaria más flexible, reduciendo gradualmente el coste del dinero. El repunte de la inflación a finales de 2024 y principios de 2025 era previsible y no ha supuesto una sorpresa para Fráncfort, lo que hace probable un nuevo recorte de un cuarto de punto en los tipos de interés.

Según Bert Colijn, economista de ING, los consumidores aún no han recuperado completamente la confianza tras el impacto de la inflación, lo que impide un repunte significativo del consumo. Además, la inversión sigue afectada por la acumulación de inventarios en la industria, la incertidumbre económica y los elevados costes de financiación. A esto se suma la debilidad del comercio exterior debido a la baja demanda global. En conjunto, la economía europea muestra fragilidad mientras otras potencias económicas continúan creciendo. De hecho, Colijn considera que la zona euro se encuentra en recesión y que difícilmente saldrá de ella en el corto plazo.

El desempeño de las principales economías del bloque explica en gran parte esta situación. Alemania registró una contracción del 0,2% en 2024, mientras que Francia terminó el año con un leve retroceso y un crecimiento anual del 1,1%. Aunque España ha sorprendido con un crecimiento del 3,2%, superando las expectativas de los analistas, su fortaleza no basta para compensar el bajo rendimiento del conjunto de la zona euro.

El caso alemán es especialmente preocupante. La mayor economía de Europa atraviesa una crisis estructural agravada por factores geopolíticos adversos. La pérdida del suministro de gas ruso barato y la creciente competencia de China en exportaciones de alto valor añadido han golpeado su modelo productivo. Además, la incertidumbre sobre su seguridad, que ya no puede depender exclusivamente de Estados Unidos, y la falta de inversión pública crónica obligarán al futuro gobierno a replantearse políticas económicas históricas.

El impacto de la ralentización alemana se extiende más allá de sus fronteras. Países como Austria, Hungría, República Checa y Eslovaquia, cuya economía está estrechamente vinculada a la de su gran vecino, también están sintiendo las consecuencias. La evolución de estos países ilustra cómo la debilidad de Alemania repercute en toda la región.

A pesar de este panorama, algunos países han mostrado un mejor desempeño. Mientras que Irlanda (-1,3%), Alemania (-0,2%) y Francia (-0,1%) registraron caídas en el último trimestre del año, economías como Portugal (1,5%) y Lituania (0,9%) lograron avances significativos. España, con un crecimiento trimestral del 0,8%, se situó cerca de estos niveles. Sin embargo, dado que estos países tienen un menor peso en la economía europea, su impulso no es suficiente para contrarrestar la desaceleración provocada por la falta de dinamismo en Alemania y Francia.

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