(Cinco Días, 24-10-2025) | Mercantil, civil y administrativo
La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) está observando con especial atención la creciente popularidad de los fondos de capital riesgo -también conocidos como private equity- entre los pequeños inversores. El organismo supervisor teme que estos productos se estén ofreciendo a personas que no comprenden plenamente los riesgos que implican, en particular el riesgo de iliquidez, es decir, la imposibilidad de recuperar el dinero invertido cuando se necesita.
Tradicionalmente, este tipo de fondos estaban reservados a inversores profesionales, como bancos, fondos de pensiones o gestoras de grandes patrimonios. A diferencia de los fondos que invierten en Bolsa o en bonos, el capital riesgo se destina a empresas no cotizadas (desde startups hasta firmas consolidadas), infraestructuras (como parques eólicos o solares), explotaciones agrícolas, deuda privada o incluso flotas de aeronaves en alquiler. La rentabilidad se obtiene cuando, tras varios años, el fondo vende su participación y obtiene una plusvalía.
Debido a que el dinero se invierte en activos no negociables en mercados abiertos, estos fondos requieren largos periodos de maduración. Los gestores necesitan tiempo para identificar oportunidades, invertir y dejar que las operaciones maduren antes de vender. Por ello, los inversores no suelen recuperar su capital hasta pasados cinco, siete u ocho años. Además, no existe una valoración diaria y transparente de los activos en cartera. A cambio, suelen ofrecer rendimientos superiores a los de la Bolsa, compensando la falta de liquidez con una prima adicional.
La Ley Crea y Crece, aprobada en 2022, redujo significativamente las barreras de entrada a estos productos, pasando de un mínimo de inversión de 100.000 euros a solo 10.000 euros, con la condición de que dicha cantidad no supere el 10% de los activos financieros del inversor.
Este cambio ha impulsado a diversas entidades a acercar el capital riesgo a un público más amplio. Entre las firmas que han apostado por este segmento se encuentran Bankinter, MyInvestor (junto a Bestinver y BlackRock), GVC Gaesco y Crescenta, que en conjunto han captado más de 500 millones de euros en apenas dos años. Crescenta incluso ha lanzado campañas publicitarias en televisión y marquesinas, algo impensable hasta hace poco.
No obstante, este proceso de "democratización" del capital riesgo ha despertado la preocupación del supervisor financiero. El presidente de la CNMV, Carlos San Basilio, advirtió recientemente que una de las áreas bajo mayor vigilancia es el acceso de inversores minoristas a estos productos, sobre todo cuando se promocionan como inversiones líquidas, pese a que no lo son.
San Basilio explicó que algunos fondos intentan mejorar su liquidez incluyendo activos fácilmente vendibles, aunque esto reduce su rentabilidad potencial. "Estos formatos se apartan del modelo tradicional de fondo de capital riesgo, por lo que estamos siendo especialmente cautelosos", señaló.
El presidente del organismo hizo referencia al auge de los llamados fondos de capital riesgo "evergreen" (literalmente, "siempre abiertos"), que no tienen una fecha de vencimiento fija y permiten retirar parte del dinero en periodos trimestrales o semestrales. Sobre este formato, Matilde de la Peña, directora general de UBS Wealth Management España, reconoció que buscan mayor flexibilidad, pero insistió en que los clientes deben entender perfectamente en qué están invirtiendo.
Un ejemplo reciente de esta tendencia es la iniciativa del neobanco alemán Trade Republic, que ha empezado a ofrecer en España inversiones en capital riesgo desde solo un euro. Esto es posible gracias a un fondo Eltif (Fondo Europeo de Inversión a Largo Plazo) gestionado por la firma sueca EQT y registrado en Luxemburgo, cuyo mínimo real de inversión es de 10.000 euros. Trade Republic logra rebajar esa cantidad mediante un sistema de sindicación, lo que permite a pequeños ahorradores participar en este tipo de activos de alto riesgo.