(El Economista, 26-11-2025) | Laboral

Aunque muchos inversores consideran que la inteligencia artificial generativa podría estar impulsando una nueva burbuja financiera, su efecto sobre el empleo resulta cada vez más evidente a medida que se publican nuevos análisis. Uno de los estudios más recientes advierte de que los trabajos considerados de "mayor valor añadido" son precisamente los más vulnerables a esta tecnología y que, en los dos últimos años, han perdido peso en la evolución del mercado laboral. No se trata de un fenómeno marginal: estos perfiles representan el 45% del empleo total, pero en 2024 apenas contribuyeron con un 0,2% al crecimiento del trabajo. Con todo, España dispone de un cierto "amortiguador": las ocupaciones manuales -hostelería, construcción o agricultura- que están prácticamente a salvo del impacto de la IA y que han impulsado el empleo hasta diez veces más que los sectores de mayor cualificación.

Durante décadas, se asumía que la digitalización y la automatización -ya fuera mediante inteligencia artificial o robotización- beneficiarían sobre todo al empleo cualificado, mientras que los trabajos manuales serían los más amenazados. Sin embargo, este diagnóstico ha quedado obsoleto. Según el estudio elaborado por José Manuel Amor y María Romero, socios de Análisis Económico y Mercados de Afi, junto a las analistas Camila Figueroa y Marina García, la llegada de los grandes modelos de lenguaje (LLM) ha alterado por completo este patrón, dado que su alcance es mucho mayor.

El informe, recogido en la última edición de los Cuadernos del Mercado de Trabajo del SEPE, señala que "las ocupaciones con mejores salarios, mayor formación y mayores barreras de entrada son las más expuestas a los efectos disruptivos de GPT". Un fenómeno que "rompe con lo ocurrido en revoluciones tecnológicas anteriores, donde los más perjudicados eran los trabajadores con menor cualificación". ¿Cómo se manifiesta esto en España?

A partir de los microdatos anuales de la EPA, los investigadores dividen el mercado laboral en dos grandes grupos opuestos: las "ocupaciones más expuestas" -sobre todo servicios profesionales, científicos, financieros, jurídicos, contables y tecnológicos- y las "menos expuestas", asociadas a actividades manuales. La primera categoría suma 11,2 millones de empleos, el 45% del total; la segunda, 10,5 millones.

No obstante, el dinamismo se concentra en los trabajos menos afectados por la IA. Entre 2023 y 2024, los empleos de mayor exposición crecieron un 0,9% (unas 600.000 personas), mientras que los menos expuestos aumentaron un 3,9%. El empleo total se incrementó un 2,2%, de los que solo dos décimas proceden del primer grupo y un 2% del segundo.

Hasta 2023, la evolución seguía condicionada por los efectos de la pandemia. En 2020 hubo un auge de los empleos más cualificados y digitalizados, mientras los manuales se hundieron. En 2021 ocurrió lo contrario: cayeron los de alta exposición a la IA y se recuperaron los sectores más castigados por los confinamientos. En 2022 ambos crecen, pero más los manuales. Y en 2023 repuntan los empleos de mayor valor añadido, un impulso que se ha desinflado completamente en 2024.

¿Hasta qué punto puede atribuirse esto al avance de la IA generativa? Los autores apuntan que los trabajos con mayor exposición han crecido un 13% desde 2019, pero en los dos últimos ejercicios -justo cuando los LLM han irrumpido con fuerza- "han perdido protagonismo frente a ocupaciones menos expuestas". Este fenómeno, que ya es evidente en las grandes tecnológicas -con recortes notables entre programadores-, se está extendiendo a otros sectores usuarios de IA. Aun así, en España no se aprecia un frenazo del mercado laboral gracias al impulso simultáneo de ambos tipos de empleo. En conjunto, el empleo en 2024 está un 7,1% por encima del nivel prepandemia, tendencia que parece mantenerse en 2025.

Esto sitúa a España en una posición relativamente favorable para afrontar la disrupción. Según el análisis, nos encontramos todavía en una "fase de transición" en la que la IA no provoca una destrucción neta de empleo entre los perfiles más expuestos, sino una reorientación del crecimiento del trabajo.

En otras palabras: el mercado laboral español está absorbiendo el impacto de la IA mediante cambios en la composición del empleo -tanto sectoriales como funcionales- en lugar de mediante despidos masivos. Así, la alta exposición convive con una creación de empleo positiva, lo que revela que el "efecto sustitución" está siendo progresivo y depende de la capacidad de adaptar tareas y generar funciones complementarias.

No obstante, esta transición generará tensiones. Los expertos prevén que el desempleo estructural (la tasa NAIRU) aumentará temporalmente entre 2025 y 2028 como reflejo de los ajustes entre sectores expuestos. A partir de 2029, gracias a la plena difusión tecnológica y a una mayor eficiencia en el emparejamiento laboral, la NAIRU caería entre 0,5 y 1,1 puntos respecto al escenario sin IA generativa, impulsando también la productividad, el empleo y el crecimiento económico.

El resultado final dependerá de la capacidad de empresas y trabajadores para incorporar la tecnología, del volumen de inversión en capital complementario y del diseño de políticas públicas que suavicen la transición. De ahí que los autores insistan en la necesidad de "distribuir de forma equitativa las ganancias de productividad" y evitar que su concentración en polos tecnológicos o determinados grupos laborales genere nuevas desigualdades territoriales o sociales.

"Si la transición no se gestiona adecuadamente, la IA puede convertirse en un factor de desigualdad, conflicto social y desequilibrio territorial; si se gestiona bien, puede consolidarse como un motor de crecimiento sostenible, reforzar la cohesión territorial y afianzar la estabilidad económica y democrática a largo plazo", concluye el estudio.

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