(El Economista, 30-06-2025) | Fiscal

España ocupa el cuarto lugar entre los países europeos que más dependen de los ingresos fiscales procedentes de las empresas. Así lo revela un informe elaborado por el centro de estudios fiscales Tax Foundation, con sede en Washington, que señala que el 49% de la recaudación del país proviene directamente de los impuestos abonados por las compañías. Esta cifra está diez puntos por encima del promedio europeo, situado en el 38,4%.

Por delante de España se encuentran Chequia, Polonia y Eslovaquia, donde la aportación de las empresas supera el 50% del total recaudado. En cambio, aunque Francia y Alemania también están por encima de la media europea, registran una menor dependencia que España, con un 42,6% y un 40,9% respectivamente.

En el extremo opuesto se sitúan Dinamarca e Islandia, los países con menor grado de dependencia fiscal respecto al sector empresarial. Según la autora del informe, la economista Cristina Enache, en Dinamarca las empresas solo representan el 15,1% de la recaudación, mientras que en Islandia aportan un 16,6%. Esta baja contribución empresarial en Dinamarca se explica, según Enache, por una menor carga en cotizaciones a la Seguridad Social.

El estudio también destaca que, en términos generales, el 87% de los tributos en Europa son pagados o recaudados por las empresas, lo que subraya su papel esencial en el sostenimiento de los ingresos públicos. "Sin la participación de las empresas como contribuyentes y como agentes recaudadores, los gobiernos no podrían financiar ni los servicios más básicos", afirma Enache.

Para la elaboración del informe, se han tenido en cuenta todos los impuestos que afectan directamente a las empresas en Europa. Entre ellos se incluyen los tributos que estas abonan como sujetos fiscales, aquellos que retienen o recaudan para terceros (como las cotizaciones a la Seguridad Social), los impuestos sobre la nómina y los impuestos especiales. También se consideran los gravámenes sobre bienes de inversión, los tributos recurrentes sobre inmuebles, el patrimonio empresarial, vehículos, licencias y otras tasas específicas del ámbito empresarial.

En el caso de España, según datos de la Agencia Tributaria, las compañías contribuyen a través de varios impuestos, siendo el Impuesto de Sociedades uno de los principales. Este tiene un tipo general del 25%, aunque se aplica un 15% para nuevas empresas y un 23% para pymes. Además, las empresas deben pagar el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), de carácter municipal, cuya cuota varía entre el 0,4% y el 1,3% según el tipo y ubicación del inmueble.

Otro tributo relevante es el Impuesto de Actividades Económicas (IAE), que se calcula en función de la actividad, localización y tamaño de la empresa. Incluye una tarifa fija y unos coeficientes determinados por la ordenanza local. No obstante, las empresas con una facturación inferior al millón de euros anuales están exentas.

También se aplica el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO), con una tasa que puede alcanzar hasta el 4% del coste real de la obra, en función del municipio. Asimismo, tributos como el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP) y el de Actos Jurídicos Documentados (AJD) afectan especialmente a las empresas, este último con una tasa que oscila entre el 0,5% y el 1,5% sobre el valor del documento notarial. Eso sí, las operaciones sujetas a IVA están exentas del pago del AJD.

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