(La Razón, 31-07-2025) | Mercantil, civil y administrativo

Entre 2019 y 2024, el comercio minorista en España ha sufrido una importante contracción, con el cierre de 49.970 establecimientos. Esta cifra refleja una tendencia preocupante de desaparición del pequeño comercio, que compromete la diversidad empresarial y amenaza la continuidad de muchos negocios locales. Aunque el declive no es nuevo -desde el año 2000 han cerrado más de 140.000 tiendas, lo que equivale a un 22,6% del total-, la irrupción de la pandemia y el crecimiento acelerado del comercio electrónico han intensificado el problema. En los últimos cinco años, más de un tercio del sector minorista ha desaparecido, lo que evidencia el desafío para aquellos negocios que no se adaptan al nuevo entorno comercial.

El informe "Nuevas Dinámicas de Consumo tras la Covid-19", elaborado por la Fundación BBVA y el Ivie, revela que el comercio minorista se ha visto empujado a una transformación profunda por dos factores principales: la caída de las ventas presenciales y el avance imparable de las compras por internet. Entre 2019 y 2024, las ventas online han crecido un 95%, alcanzando los 95.200 millones de euros. Destaca especialmente el crecimiento de las compras a través del móvil: en 2020, aumentaron un 62,4%, frente al 41% de los canales digitales más tradicionales, según datos de Euromonitor. Además, el porcentaje de empresas que venden por internet ha subido del 36% en 2019 al 45% en 2023, triplicando los datos de 2008, cuando era solo del 14,7%. La pandemia fue un claro acelerador de este cambio: en 2024, el 56,7% de los hogares españoles compran online, frente al 46,9% de 2019 y apenas el 10% en 2006.

El problema para los pequeños negocios es que esta transformación se da en un entorno altamente desigual. Las grandes cadenas, con más capacidad financiera y tecnológica, han liderado la digitalización, adaptando sus estrategias con agilidad. Durante la pandemia, estas grandes superficies resistieron mejor el impacto económico: mientras en el primer trimestre de 2020 desaparecieron 20.808 pequeños comercios, los supermercados e hipermercados incrementaron sus ventas en un 10%, según datos de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED).

Pero el cambio no solo afecta a cómo se compra, sino también a lo que se valora al comprar. Hoy en día, los consumidores otorgan gran importancia a factores como la sostenibilidad, la salud o la cercanía. En 2023, un 66% de los compradores prefería productos locales, y un 79% elegía marcas sostenibles. Al mismo tiempo, la incertidumbre económica ha incentivado el ahorro, impulsando el consumo de marcas blancas, que ya representan el 43,7% del mercado, según la consultora Kantar.

Durante la pandemia, muchos redescubrieron el comercio de barrio, favoreciendo iniciativas adaptadas a los nuevos valores de conveniencia, trato personalizado y compromiso ambiental. No obstante, ese deseo de conveniencia también se volcó hacia el comercio digital, que ganó terreno rápidamente, captando nuevos usuarios y consolidándose como una opción habitual.

El informe subraya que, en este nuevo escenario, la supervivencia del comercio minorista dependerá de su capacidad para adoptar un enfoque omnicanal, que combine eficazmente las ventas presenciales y digitales, ofreciendo una experiencia de compra más completa y adaptada al consumidor actual. Aunque las tiendas físicas seguirán teniendo un papel importante, su función está cambiando: ya no son solo espacios de venta, sino también lugares para ofrecer atención personalizada, experiencias y conexión con un cliente cada vez más digital.

Si los pequeños comercios no se adaptan a esta realidad, podrían quedar fuera de juego en un mercado cada vez más concentrado y dominado por grandes cadenas y plataformas de venta online, como ya se ha venido observando en los últimos años.

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