(El Economista, 17-09-2025) | Laboral

España vive uno de los periodos más favorables de su historia reciente en materia laboral, con cifras récord de ocupados y la tasa de paro más baja desde la Gran Recesión. Además, es el país de la Unión Europea que más empleo neto ha generado en el último año en términos absolutos, con un notable aumento de la contratación indefinida tras la reforma laboral de 2021. Sin embargo, persisten dudas sobre la sostenibilidad de este escenario. No sería la primera vez que, tras alcanzar máximos de empleo, el mercado laboral español se desploma, como ocurrió en 2008. La clave está en la elevada rotación de puestos, que aunque ha descendido respecto a los peores años de la crisis, sigue siendo muy superior a la del resto de Europa y convierte al mercado de trabajo en un sistema altamente inestable.

España muestra una paradoja: lidera en creación de empleo y al mismo tiempo mantiene una de las tasas de paro más altas de la UE. Según Eurostat, de los 1,5 millones de empleos creados en el último año en la Unión, cuatro de cada diez corresponden a España; y de los 1,7 millones de la zona euro, un tercio son españoles. El país registró 549.000 nuevos ocupados, frente a 439.000 en Francia, 224.000 en Italia y apenas 88.000 en Alemania, a pesar de tener una población menor. No obstante, la tasa de paro nacional se sitúa en el 10,5%, frente al 6% de media europea, el 7,5% en Francia, el 4,5% en Italia y el 3,7% en Alemania.

La explicación reside en la volatilidad del empleo. Eurostat mide las entradas y salidas del mercado laboral en los últimos tres meses: en España suman 1,32 millones y 1,03 millones respectivamente, equivalentes al 6% y 4,7% de los ocupados. En total, un 10,7% de los trabajadores experimenta algún cambio de situación cada trimestre. Estas cifras, aunque mejores que en los años posteriores a 2009, siguen reflejando una rotación muy superior a la de los países vecinos.

El efecto de la reforma laboral de 2021 es evidente: la intensidad de las entradas al empleo se ha reducido ligeramente y las salidas han marcado un mínimo histórico desde que hay registros. Aun así, la inestabilidad estructural del mercado laboral español sigue siendo un factor determinante. En economías donde predominan contratos más estables -como Alemania- la creación o destrucción de empleo no depende tanto de estas rotaciones, ya que el volumen de trabajadores en situaciones precarias es mucho menor.

El caso alemán ilustra bien la diferencia: allí la tasa de nuevas incorporaciones alcanza el 4% (1,7 millones de personas), pero las salidas apenas llegan al 1,4%. Pese a atravesar una fase de estancamiento económico, Alemania mantiene una tasa de paro casi tres veces inferior a la española. Su problema es el opuesto: falta de mano de obra disponible, lo que genera un "sobrecalentamiento" del mercado laboral. En España, en cambio, pese a la queja empresarial de escasez de candidatos, la tasa de paro del 10,5% revela un desajuste estructural mucho mayor entre oferta y demanda de empleo.

Los datos sugieren que España ha avanzado en estabilidad tras la reforma, pero no lo suficiente para abandonar su posición como el país con mayor volumen de trabajadores que pierde empleo cada trimestre. En otras palabras, aunque el marco legal ha reducido la temporalidad y la volatilidad, la economía española sigue siendo mucho más vulnerable a destrucción de puestos si llegara una crisis como la alemana.

La estadística no detalla las causas concretas de las salidas. Para ello hay que acudir a los registros de la Seguridad Social: en agosto se produjeron 1,5 millones de altas y 1,6 millones de bajas, cifras similares a las de 2019 y muy condicionadas por la estacionalidad, que dispara los contratos en julio por encima de los 2 millones. Desde 2013, cuando se empezaron a publicar estos datos, la principal causa de finalización de contratos era la temporalidad, aunque tras la última reforma han ganado peso otras salidas, como los desistimientos en periodo de prueba, las bajas voluntarias y los pasos a inactividad de fijos discontinuos.

En resumen, España crea empleo a gran velocidad, pero sigue perdiéndolo con una intensidad igualmente elevada, lo que explica cómo puede liderar la creación de puestos en Europa y, al mismo tiempo, mantener una tasa de paro tan alta.

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