(El Economista, 05-11-2025) | Laboral
Esto representa un incremento del 6,5% respecto al año anterior, del cual el 76% -es decir, unos 1,8 millones de casos- corresponde a trabajadores con contrato indefinido. Un dato llamativo en un país con 2,44 millones de personas desempleadas, que plantea una pregunta inevitable: ¿refleja este aumento una mayor vitalidad del mercado laboral y competencia por el talento o, por el contrario, es una muestra de precariedad en el empleo?
Según los registros de la Tesorería General de la Seguridad Social, las bajas en el Régimen General motivadas por dimisión durante los nueve primeros meses del año superan en un 69% las registradas en el mismo periodo de 2021 -antes de la reforma laboral- y en un 49% las de 2019, eliminando así el efecto de la pandemia. Si nos centramos en los contratos indefinidos, los aumentos son mucho más notables: del 254,9% respecto a 2021 y del 219,8% frente a 2019. Estos datos evidencian el profundo impacto de la reforma laboral de diciembre de 2021, que disparó el peso de los contratos indefinidos en el empleo hasta niveles históricos.
Solo en septiembre se registraron 306.515 renuncias, la cifra más alta de la serie histórica para ese mes y la segunda en general, tras junio de este mismo año. En el caso de los indefinidos, también se alcanzó un máximo mensual para septiembre, con 234.302 casos. Además, por primera vez en cuatro años, las dimisiones de trabajadores temporales han aumentado de forma interanual: entre enero y septiembre se contabilizaron 519.381, un 7,3% más que el año anterior, aunque un 47,8% menos que en 2019, reflejo del descenso en el número de asalariados con contratos eventuales.
Desde 2021, el repunte de las dimisiones ha cobrado especial relevancia en el análisis del mercado laboral, en parte por la coincidencia temporal con el fenómeno conocido como la Gran Dimisión en Estados Unidos y otras economías avanzadas, donde millones de trabajadores dejaron voluntariamente sus empleos tras la pandemia, provocando escasez de mano de obra y presionando al alza los salarios.
España experimentó un fenómeno similar en cuanto al aumento de dimisiones, pero el contexto era muy distinto. En países como Estados Unidos, el paro se situaba por debajo del 4% y las renuncias eran ya la principal causa de finalización de contratos, mientras que aquí la tasa de desempleo ronda el 10,4% y la causa más frecuente sigue siendo el fin de los contratos temporales, que sumaron 7,7 millones entre enero y septiembre (983.083 solo en ese último mes). Además, el crecimiento salarial en España depende más de los convenios colectivos y del aumento del SMI que de la negociación individual, lo que limita la comparabilidad con otras economías.
La reforma laboral, sin duda, ha tenido un impacto decisivo: desde 2021, el número de trabajadores indefinidos ha crecido un 40%, alcanzando los 13,5 millones y elevando su peso del 63,6% al 78,7% del total de asalariados. Este cambio estructural explica, al menos en parte, el aumento de las renuncias voluntarias, ya que más trabajadores cuentan con estabilidad suficiente para dejar un empleo y buscar otro fijo.
Sin embargo, esta explicación se queda corta para justificar que las dimisiones no solo no hayan descendido, sino que continúan aumentando en 2024 y 2025. La prevalencia de las bajas voluntarias -el peso de las dimisiones sobre el total del empleo- ha crecido más entre los trabajadores indefinidos, pasando del 0,8% al 1,7%, que en el conjunto de los asalariados, donde ha pasado del 1,4% al 1,8%.
Este indicador, que refleja la "capacidad de dimitir" de un trabajador, adquiere más significado si se tiene en cuenta un matiz que suele olvidarse: los empleados temporales renuncian con más frecuencia que los indefinidos. De hecho, su ratio de dimisiones es del 3,2%, apenas dos décimas superior al nivel previo a la reforma laboral.