(El Economista, 09-07-2025) | Laboral
De todos los contratos temporales registrados, solo un 4,6% (197.193) fueron transformados en indefinidos, lo que representa una caída del 8% respecto al año pasado. En cambio, las prórrogas aumentaron hasta 532.496, un 2,4% más que en 2023 y suponen el 12,4% del total. Esto indica que un trabajador con contrato temporal tiene casi tres veces más probabilidades de que se le prorrogue el contrato que de obtener uno indefinido. Además, el 83% de estos contratos finalizará directamente al cumplirse el plazo pactado.
Hasta junio, se firmaron 7,4 millones de contratos, apenas un 0,15% más que en el mismo periodo del año anterior. Este crecimiento casi nulo abre un debate: ¿estamos ante un mercado laboral estancado o ante una fase de consolidación tras la reforma laboral? Lo cierto es que los contratos indefinidos han caído un 2,8% (quedándose en 3,15 millones), mientras que los temporales han aumentado un 2,4%, alcanzando los 4,3 millones. Estas cifras representan el nivel más bajo de indefinidos y el más alto de temporales en los últimos dos años.
Este cambio en la contratación no se explica solo por la creación de nuevos empleos. Las conversiones de temporales a indefinidos apenas representan el 6,3% de los contratos estables, una proporción seis veces menor que antes de la reforma y la mitad que en su primer año de aplicación. El mensaje es claro: las empresas, ante un contrato temporal, optan principalmente por dejar que expire o prorrogarlo, mientras que los indefinidos se contratan desde el inicio, en lugar de transformar los temporales existentes.
Para contextualizar estos datos, conviene mirar atrás. Si comparamos los contratos firmados en el primer semestre de 2025 con los del mismo periodo de 2019 -dejando fuera los años marcados por la pandemia-, observamos que los temporales se han desplomado un 56% (de 9,9 a 4,3 millones), mientras que los indefinidos han aumentado un 196% (de 1,1 millones a 3,15 millones). Aun así, esta última cifra es la más baja desde que la reforma entró en vigor. En conjunto, el número total de contratos ha pasado de 10,9 millones en 2019 a 7,4 millones en 2025, lo que supone un descenso del 32%.
No obstante, en 2025 los contratos temporales vuelven a crecer, rompiendo la tendencia descendente que comenzó en 2022. Actualmente representan el 57,7% del total, un punto más que en 2023, aunque muy lejos del 90,3% que suponían en 2019. La reducción de 32,6 puntos porcentuales es significativa, pero los últimos datos indican que esta mejora podría haberse estancado. El impacto de la reforma se concentró especialmente en 2022 -año en que la norma entró plenamente en vigor en abril- y en menor medida en 2023, pero se ha frenado en 2024 y 2025.
Desde el Ministerio de Trabajo se argumenta que la caída en el número de contratos firmados es coherente con los objetivos de la reforma laboral: al haber más contratos indefinidos, disminuye la rotación, lo que reduce la necesidad de renovar constantemente la plantilla, como ocurría con el predominio de los contratos temporales. En resumen, no se necesita un mayor volumen de contratos para generar empleo, sino que los puestos de trabajo sean más estables.
Sin embargo, el propio Ministerio reconoce que en una economía como la española, marcada por la temporalidad y la estacionalidad en muchos sectores, no todos los empleos pueden cubrirse mediante contratos indefinidos o fijos discontinuos. En ese contexto, es comprensible que el peso de los contratos temporales siga siendo significativo e incluso haya repuntado ligeramente. No obstante, este razonamiento pasa por alto dos indicadores clave: las conversiones de temporales a fijos y las prórrogas.
En 2019, el 37% de los contratos indefinidos procedía de una conversión. Era lógico: se firmaron 665.464 contratos indefinidos iniciales y 397.702 transformaciones. En 2022, con la reforma recién implementada, los nuevos contratos indefinidos se dispararon hasta los 2,5 millones, mientras que las conversiones también aumentaron, alcanzando las 826.500, casi igualando las prórrogas. Esto situó la tasa de conversión en el 25,2%. Sin embargo, a partir de 2023, con la reforma plenamente en vigor, este efecto empezó a diluirse. Las conversiones han ido cayendo progresivamente, con un peso del 7,8% en 2023, 6,7% en 2024 y 6,3% en lo que llevamos de 2025.