(El País, 18-09-2024) | Laboral
La Seguridad Social es un organismo en constante evolución, tal como señaló la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, la semana pasada en el Congreso de los Diputados durante la presentación de la más reciente reforma de pensiones, acordada entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos. Este acuerdo será formalizado este miércoles en el Palacio de La Moncloa. Los cambios, que aún requieren la aprobación del Congreso, buscan hacer el sistema más sostenible, al igual que las tres reformas anteriores de la legislatura pasada, enfocándose en aumentar los ingresos incentivando a los trabajadores a retrasar su jubilación. No obstante, esta reforma no modifica los parámetros de gasto, manteniendo prácticamente intacta la generosidad de las pensiones actuales. Según un estudio del Instituto Santalucía publicado el martes, esa generosidad es incluso mayor para quienes han cotizado menos años y por cantidades menores.
Aún es incierto si las medidas acordadas lograrán la sostenibilidad del sistema solo mediante el retraso voluntario de las jubilaciones, ya que esto dependerá de las decisiones individuales de los futuros pensionistas. Lo que está claro, según la evidencia actuarial, es que la reforma de 2011, que aumentó progresivamente la edad de jubilación a 67 años para 2027 y endureció los requisitos para obtener el 100% de la pensión, redujo en cierta medida la generosidad del sistema español. Sin embargo, ese recorte no ha sido suficiente para garantizar la sostenibilidad del sistema, dado que el crecimiento del PIB sigue siendo inferior al incremento en la generosidad de las pensiones, a pesar de las reformas de 2011.
El estudio del Instituto Santalucía, titulado Análisis intergeneracional de la generosidad del sistema de pensiones de jubilación español a partir de la muestra continua de vidas laborales de 2022, fue elaborado por economistas de la Universidad de Valencia y la Universidad de Extremadura. Este análisis examina la rentabilidad de las pensiones a nivel global y según diferentes colectivos, para identificar a qué beneficiarios es más generoso el sistema.
El estudio analizó las trayectorias laborales de casi 10.000 trabajadores que se jubilaron en 2022, calculando el Tanto Interno de Rendimiento (TIR), que relaciona las cotizaciones al sistema con las prestaciones de jubilación que recibirán, considerando las probabilidades de supervivencia tras la jubilación. El TIR global para los jubilados de 2022 fue del 3,79%.
Sin embargo, el TIR es mayor para ciertos colectivos, lo que refleja una mayor generosidad del sistema hacia ellos. Por ejemplo, los trabajadores con carreras de cotización más cortas (menos de 25 años) tuvieron un TIR del 6,04%, mientras que aquellos que cotizaron 45 o más años obtuvieron un TIR del 3,26%. También es más generoso con quienes se jubilan a la edad ordinaria, con una rentabilidad del 4,03%, en comparación con los que se jubilan anticipadamente (3,52%) o de manera demorada (2,68%).
En términos de cotizaciones, aquellos con bases más bajas (menos de 874 euros mensuales) obtuvieron un TIR del 4,43%, frente al 3,67% y 3,72% de las bases medias y altas, respectivamente. Esto se debe a que más de la mitad de los beneficiarios con bases bajas reciben el complemento a mínimos, lo que eleva sus pensiones al mínimo legal. Los autores del estudio justifican estas diferencias por la solidaridad del sistema, pero critican la mayor generosidad hacia quienes tienen carreras de cotización más cortas.
A pesar de las diferencias internas, el TIR global del 3,79% muestra la alta generosidad del sistema de pensiones español, superando la rentabilidad que debería ofrecer un sistema de reparto para ser sostenible, que está limitada por el crecimiento real del PIB.
Aunque las reformas de pensiones, como la de 2011, han reducido la rentabilidad de las pensiones, el TIR sigue estando entre 2 y 2,5 puntos porcentuales por encima del crecimiento real del PIB. Según los autores del estudio, esto sugiere que el sistema sigue siendo generoso, no tanto por el valor actual del TIR, que ha disminuido desde 2011, sino por el bajo crecimiento esperado del PIB real.