(El Economista, 04-11-2025) | Laboral

Durante los nueve primeros meses del año, el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) ha gestionado 245.754 nuevas altas de prestaciones por desempleo a trabajadores fijos discontinuos que habían pasado a la inactividad, además de 324.410 reanudaciones de ayudas previamente suspendidas. En total, se han tramitado 570.164 prestaciones, una cifra un 2,3% inferior a la del año anterior, pero 114% superior a la registrada en el mismo periodo de 2019, el último año de referencia antes de la pandemia y la reforma laboral.

Este colectivo, aunque no figura en las estadísticas del paro registrado, sí tiene derecho a recibir prestaciones mientras espera ser llamado de nuevo por su empresa. Solo en septiembre se contabilizaron 49.221 altas o reanudaciones, el nivel más alto desde que existen registros (2017), y un 207% más que en el mismo mes de 2019. Sin embargo, en ese momento había 88.195 beneficiarios efectivos, lo que supone un incremento del 180% respecto a 2019. En lo que va de 2025, la media mensual de perceptores se sitúa en 129.650 personas, un 122,4% más que hace seis años.

Así, los trabajadores fijos discontinuos en situación de inactividad representan actualmente un 11% de los beneficiarios de prestaciones por desempleo, frente al 7,7% que suponían en 2019. En solo seis años, han pasado de concentrar un 8,4% de las altas y reanudaciones a un 16,9%, más del doble. Un análisis de los datos del SEPE, organismo dependiente del Ministerio de Trabajo, pone de relieve la gran volatilidad de estas prestaciones, lo que dificulta determinar cuántos trabajadores fijos discontinuos acceden realmente a ellas al entrar en inactividad.

Las ayudas que perciben reflejan la misma rotación y temporalidad de sus empleos, marcados por continuas suspensiones y posteriores llamamientos por parte de las empresas (en algunos casos, especialmente los contratados a través de ETT, pueden producirse hasta seis al año). Además, los trabajadores que rechazan reincorporarse sin causa justificada pierden el derecho a la prestación, incluso si posteriormente se quedan sin empleo, ya que la empresa los da de baja como dimisión voluntaria.

Aunque el SEPE registra las bajas en la prestación, no especifica los motivos, por lo que resulta imposible conocer qué ocurre exactamente con estos trabajadores. Este vacío estadístico se suma a otros muchos relacionados con la figura del fijo discontinuo, que ha ganado protagonismo -y polémica- desde la reforma laboral de 2021, que impulsó de forma notable el uso de este tipo de contratos. Los datos muestran que el aumento ha sido más acusado en las altas iniciales, que se han disparado un 133%, pasando de 105.427 en 2019 a 245.754 en 2025. En cambio, las reanudaciones han crecido un 102,5%.

Las cifras de 2020 y 2021 están distorsionadas por el impacto de la pandemia, durante la cual los fijos discontinuos se beneficiaron de medidas excepcionales similares a las aplicadas en los ERTE, como no agotar el derecho a prestación mientras esperaban ser llamados. A partir de 2022, el incremento ya no se explica por este efecto, sino por la expansión del empleo bajo esta modalidad, que ha pasado de representar el 2,6% al 5% de los asalariados.

El hecho de que, cuatro años después de la reforma, los niveles de altas y beneficiarios sigan en máximos históricos evidencia que no se trata de un fenómeno coyuntural, sino de un cambio estructural en el mercado laboral. Muchos contratos fijos discontinuos ya no se limitan a sectores estacionales como el turismo, y los periodos de trabajo tienden a ser más breves. Como consecuencia, los trabajadores agotan antes las prestaciones y deben esperar a generar nuevos derechos, lo que explica el mayor incremento de las altas iniciales frente a las reanudaciones.

Este fenómeno también se refleja en el descenso drástico del número de fijos discontinuos que cobran un subsidio asistencial. En 2019 se registraron 56.742 altas y reanudaciones de este tipo de ayudas, mientras que en 2025 apenas se contabilizan 127.

Sin embargo, esta caída tiene una explicación técnica: la reforma laboral permitió a estos trabajadores acceder a subsidios ordinarios, similares en duración y cuantía a los del resto de empleados, pero que ya no se contabilizan por separado, lo que impide comparar las cifras con años anteriores.

En cualquier caso, tanto los datos mensuales como las medias anuales confirman un aumento sostenido en el número de beneficiarios de prestaciones entre los trabajadores fijos discontinuos, consolidando su peso dentro del sistema de protección por desempleo.

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