(Cinco Días, 09-10-2025) | Mercantil, civil y administrativo
En pleno auge de los criptoactivos, cuando durante 2023 y 2024 su valor se disparó, se extendió la idea de que el bitcoin podría convertirse en el nuevo "oro digital", el activo refugio por excelencia que todo inversor debería tener en su cartera. Sin embargo, en el contexto actual de inestabilidad geopolítica y pérdida de fortaleza del dólar como moneda de referencia, el oro físico ha recuperado su protagonismo absoluto. Aunque el bitcoin también ha alcanzado máximos históricos este año, con un avance cercano al 20%, el oro brilla con más intensidad: se ha revalorizado más de un 50% en lo que va de 2025, su mayor subida desde la crisis del petróleo de 1979. Su impulso parece imparable, sostenido por factores estructurales estables y por el creciente interés tanto de inversores institucionales como particulares. En cierto modo, el oro se ha "criptoficado", atrayendo flujos especulativos y de refugio por igual.
El metal dorado encadena tres años consecutivos de subidas, y entre 2024 y 2025 prácticamente ha duplicado su precio, superando esta semana la barrera de los 4.000 dólares por onza. La euforia se refleja en los ETF de oro (fondos cotizados respaldados por lingotes reales), que han registrado entradas récord de 26.000 millones de dólares (22.200 millones de euros) en el tercer trimestre de 2025, según el Consejo Mundial del Oro.
El principal motor de esta escalada ha sido la fuerte demanda de los bancos centrales, que están acumulando reservas de oro para diversificar sus activos y reducir su dependencia del dólar, además de protegerse frente a posibles sanciones. A ello se suma la expectativa de recortes de tipos de interés en EE. UU., que reduce la rentabilidad de los bonos y hace más atractivo mantener oro, especialmente en un contexto de inflación persistente y debilitamiento del dólar bajo las políticas económicas del expresidente Donald Trump. Como explica UBS, "el coste de oportunidad de tener oro disminuye con la caída de los tipos reales en EE. UU., mientras que la debilidad del dólar refuerza su atractivo como refugio".
La inestabilidad geopolítica sigue siendo otro factor clave. La reciente escalada del oro por encima de los 4.000 dólares coincide con la amenaza de un cierre parcial del Gobierno estadounidense y la crisis política en Francia tras la dimisión del primer ministro Sébastien Lecornu. Además, la entrada masiva de inversores institucionales y especulativos en el mercado ha actuado como un nuevo catalizador.
UBS ha revisado al alza su previsión del precio del oro, pasando de 3.800 a 4.200 dólares por onza en los próximos meses, con un escenario optimista que lo situaría en 4.700 dólares. El banco suizo atribuye esta revisión al auge de los ETF de oro y a la pérdida de confianza en otros activos tradicionales. Goldman Sachs, por su parte, apunta a un "posicionamiento especulativo más agresivo" y a un aumento de las compras de oro por bancos centrales tras la pausa estacional del verano.
Según Kerstin Hottner, jefe de materias primas de Vontobel, el precio del oro seguirá respaldado por factores cíclicos como los futuros recortes de tipos de la Reserva Federal, impulsados por el enfriamiento del mercado laboral estadounidense y el temor a nuevos aranceles. Añade que la tensión geopolítica, las dudas sobre la independencia de la Fed y el creciente endeudamiento de EE. UU. también sostendrán la demanda de oro. "Incluso pequeños reajustes en las carteras hacia el oro podrían liberar un importante potencial alcista", afirma.
El multimillonario Kenneth Griffin, fundador de Citadel, declaró a Bloomberg que cada vez más inversores ven el oro como un refugio más seguro que el dólar: "Los inversores buscan formas de desdolarizarse o reducir su exposición al riesgo soberano estadounidense". Según Goldman Sachs, cada 100 toneladas adicionales de compras netas de oro por parte de grandes actores del mercado (ETF, bancos centrales, especuladores) eleva su precio entre un 1,5% y un 2%.
El entusiasmo también ha alcanzado a la plata, que acumula una revalorización superior al 60% en 2025, impulsada por su uso industrial y el efecto contagio del oro, alcanzando niveles no vistos desde 1980 y acercándose a los 50 dólares por onza.
Para Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad, "el oro vive un auténtico boom y ha recuperado su papel histórico como principal activo refugio". Sin embargo, advierte que su elevado precio también refleja un síntoma de precaución en los mercados: "El oro tan alto indica que los activos de mayor riesgo podrían estar desconectándose de la percepción real de incertidumbre. En otras palabras, los metales preciosos están absorbiendo la tensión que el resto del mercado prefiere ocultar".