(Cinco Días, 04-07-2025) | Mercantil, civil y administrativo
Los responsables del Banco Central Europeo (BCE) suelen tener una respuesta estándar cuando se les pregunta por la evolución del euro frente al dólar: evitan pronunciarse. "No haré comentarios sobre los tipos de cambio", dijo recientemente Christine Lagarde, presidenta del BCE, durante un panel en Sintra junto a sus homólogos de EE. UU., Reino Unido, Japón y Corea del Sur. No obstante, añadió: "Obviamente, lo tenemos en cuenta en nuestras proyecciones", al ser consultada sobre si la fortaleza del euro podría dificultar los esfuerzos del BCE por flexibilizar su política monetaria. Sin embargo, su vicepresidente, el español Luis de Guindos, fue más directo al advertir que, si bien los niveles actuales aún son asumibles, si el euro superase el umbral de 1,20 dólares, el panorama se volvería "mucho más complejo".
Ese umbral no parece lejano. El euro superó los 1,18 dólares el miércoles y ha ganado un 3,5% frente al dólar en el último mes, alcanzando máximos no vistos desde 2021. La revalorización de la moneda europea en lo que va del año ha sido extraordinaria. Esta fortaleza encarece las exportaciones del bloque europeo y abarata las importaciones, lo que enfría la economía, justo cuando se atraviesa una etapa de incertidumbre comercial. Según las últimas previsiones del BCE, que asumían un tipo de cambio cercano a los 1,13 dólares por euro, una apreciación del 3% para 2026 recortaría en dos décimas tanto la inflación como el crecimiento económico. En las actas publicadas este jueves, la entidad reconoce un entorno inflacionario "más incierto de lo habitual", afectado por la bajada de los precios energéticos y un euro más fuerte, lo que podría presionar a la baja la inflación. También advierten que la apreciación del euro y los nuevos aranceles pueden impactar negativamente en las exportaciones.
Más allá de la apreciación del euro, al BCE le preocupa especialmente la rapidez con la que está ocurriendo. "Es un fenómeno que debemos observar de cerca, sobre todo por la velocidad con la que se está produciendo. Pero aún no estamos en un nivel que genere alarma", señaló Alexander Demarco, gobernador interino del Banco Central de Malta. Declaraciones similares han sido compartidas por representantes de otros países como Finlandia, Lituania, Estonia y Alemania.
En cualquier caso, dado que el control del tipo de cambio no entra dentro de las competencias del BCE, su margen de acción es limitado. Los analistas de ING afirman que una intervención unilateral sería "políticamente inaceptable y poco eficaz". Además, añaden que un euro fuerte actúa como una especie de arancel adicional en un contexto de tensiones comerciales, y puede dificultar que la inflación alcance el objetivo, lo que abre la puerta a que el BCE reconsidere su postura actual y continúe con los recortes de tipos.
Según Mariano Valderrama, jefe de análisis macroeconómico de CIMD, si el euro alcanzara niveles entre 1,25 y 1,30 dólares, podrían surgir verdaderas preocupaciones, especialmente en economías del euro muy dependientes de las exportaciones. Aunque no anticipa medidas agresivas salvo una apreciación hacia máximos históricos (como los más de 1,5 dólares de 2008), sí ve posible que el BCE reaccione con ajustes suaves en los tipos de interés. "El BCE podría bajar tipos sin provocar grandes desequilibrios, ya que los salarios están contenidos y muchas economías se beneficiarían de un impulso al crédito y al consumo". JP Morgan también prevé margen para bajar tipos, argumentando que, si ciertas dinámicas anteriores a la pandemia regresan, la inflación podría estabilizarse por debajo del objetivo del 2%.
La fortaleza del euro responde a varios factores. A corto plazo, influye el diferencial de tipos con Estados Unidos; a largo plazo, pesan las dudas sobre la política económica de Donald Trump, que han provocado una fuga de capitales desde EE. UU. hacia Europa. UBS anticipa una mayor debilidad del dólar en el segundo semestre y señala que, aunque el ritmo de depreciación podría desacelerarse, la tendencia a largo plazo de desdolarización continuará. ING, por su parte, apunta que las inquietudes por la fortaleza del euro no deberían eclipsar la oportunidad que tiene Europa de consolidar el papel global de su divisa.
En el corto plazo, sin embargo, el mercado está reaccionando principalmente a las perspectivas económicas y de tipos de interés, que están condicionadas por lo que ocurra en los próximos días con los aranceles. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, ya ha señalado que las futuras decisiones sobre los tipos dependerán del impacto económico y laboral de esos aranceles. De hecho, ha afirmado que, de no ser por ellos, los tipos ya habrían bajado, una declaración que ha impulsado aún más la fortaleza del euro en las últimas semanas.