(El País, 10-10-2025) | Mercantil, civil y administrativo
La solidez de la economía española continúa despertando interés a nivel internacional. Según las actas de la reunión de septiembre del Banco Central Europeo (BCE), gran parte de la resistencia económica que muestra la zona euro se debe principalmente a España. "Aunque la economía del área del euro fue más resiliente de lo esperado en el segundo trimestre, esto se debió en gran medida al desempeño excepcional de su cuarta mayor economía", señala el documento.
Aunque el texto no menciona expresamente a España, la referencia es evidente, ya que Alemania, Francia e Italia son las tres economías más grandes del bloque. En contraste, el BCE describe una situación menos positiva para otros países, evitando nombrarlos directamente para no generar fricciones: "Otras economías no tuvieron un buen desempeño, algo que también se reflejó en la ralentización de sus mercados laborales".
En el segundo trimestre, el PIB español creció un 3,1% interanual, superando las previsiones iniciales. Además, la tasa de paro se redujo al 10,29%, el nivel más bajo desde 2008, según la última Encuesta de Población Activa (EPA). Estos buenos resultados han llamado la atención de medios internacionales, como el Financial Times, que ha destacado el contraste entre los sólidos indicadores de España y la debilidad de algunas de sus economías vecinas.
Las actas también revelan que la decisión del BCE de mantener los tipos de interés sin cambios por segunda vez consecutiva fue unánime. Aunque se debatió la posibilidad de un recorte, los riesgos geopolíticos y la incertidumbre comercial inclinaron la decisión hacia una postura prudente. "Aunque una reducción de tipos podría proteger mejor el objetivo de inflación en distintos escenarios, la aparición de riesgos al alza justificó mantener la tasa actual", recoge el texto.
El consenso en la votación no evitó un intenso debate entre los sectores "paloma" y "halcón" del consejo, con visiones enfrentadas sobre la evolución de la inflación. Los partidarios de una bajada de tipos argumentaron que los riesgos inflacionarios se moderarán a medio plazo, citando factores como la fortaleza del euro, que abarata las importaciones energéticas, y la expectativa de que la Reserva Federal estadounidense reduzca los tipos varias veces.
También subrayaron que las tensiones comerciales tienen un efecto desinflacionista, ya que el desvío de productos chinos hacia Europa -debido a las restricciones de EE. UU.- podría reducir los precios. A esto sumaron otros riesgos bajistas para la inflación, como un posible aumento del desempleo, una menor demanda externa, una desaceleración en EE. UU., o una corrección abrupta de los mercados financieros, muchos de los cuales se encuentran en máximos históricos.
Entre las voces más contundentes estuvo la de Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, quien advirtió que "las elevadas valoraciones de ciertos activos incrementan el riesgo de caídas bruscas si cambia el actual sentimiento de optimismo en los mercados".
Por su parte, los halcones sostienen que los riesgos inflacionarios van al alza, recordando que el descenso de la inflación se debe sobre todo a los precios de la energía y a la fortaleza del euro, factores volátiles. Además, consideran que los importadores podrían no trasladar por completo la bajada de costes a los consumidores, aprovechando la fuerte demanda interna para recuperar márgenes empresariales.
También apuntan a la revisión al alza del crecimiento anunciada por Christine Lagarde, del 0,9% al 1,2%, como señal de que es improbable que la inflación caiga por debajo del objetivo del 2%. A esto se suman los nuevos aranceles y las tensiones geopolíticas, que podrían presionar aún más los precios. "Las políticas migratorias y la expansión fiscal en EE. UU. podrían aumentar las presiones inflacionarias, y la zona euro no sería inmune a sus efectos", advierten las actas.
El debate incluyó numerosas referencias a la política comercial estadounidense, con la percepción de que los riesgos para la oferta mundial se han reducido, aunque persisten dudas sobre la aplicación del acuerdo comercial entre la UE y EE. UU. El BCE considera que dicho pacto será clave para impulsar el crecimiento y evitar posibles represalias comerciales que podrían avivar nuevamente la inflación.