(El Periódico, 05-09-2025) | Laboral
En un escenario marcado por la inflación, la incertidumbre económica y las dificultades para captar y retener talento, las pequeñas y medianas empresas españolas se enfrentan a un desafío creciente en el mercado laboral: el absentismo. Cada vez son más los trabajadores que faltan a su puesto de manera recurrente, lo que repercute directamente en el funcionamiento diario de los negocios. Y son precisamente las pymes -que concentran el 99% del tejido empresarial en España- las más expuestas a este problema.
Según el II Informe de Pymes y Autónomos de España de Hiscox 2025, el 86% de las pequeñas y medianas empresas reconoce sufrir absentismo, una cifra que contrasta con el 50% registrado en 2024. En 2023, el país contaba con 2,9 millones de empresas que empleaban a 17,6 millones de personas. De estas, el 54,6% eran pymes sin asalariados (1,6 millones de personas empleadas) y el 45,2% pymes con asalariados (9,4 millones de trabajadores). Tan solo el 0,19% correspondía a grandes compañías, que daban empleo a 6,6 millones de personas.
Así, las pymes, que sostienen la mayor parte del tejido productivo nacional, se ven especialmente perjudicadas por un fenómeno que, dada la limitación de sus plantillas, resulta mucho más difícil de absorber. A ello se suman la elevada carga burocrática y un marco regulatorio muy exigente, lo que complica aún más sus posibilidades de crecimiento.
El impacto del absentismo, sin embargo, no es homogéneo. Varía en función del tamaño de la empresa y del sector de actividad. Un 35% de las pymes afirma que el problema ha aumentado en el último año, pero en las micropymes (menos de 10 empleados) este porcentaje baja al 21%. Por ramas de actividad, la industria encabeza la lista de las más afectadas (39% de compañías que reconocen un incremento en las ausencias), seguida del comercio (25%). En cambio, más de la mitad de las pymes (53%) asegura que el absentismo se ha mantenido estable y solo un 7% percibe una reducción.
Las ausencias no solo implican la pérdida de jornadas laborales, sino que repercuten en la competitividad de las empresas. De hecho, un tercio de las pymes admite que esta situación ha tenido un impacto negativo en sus resultados. A pesar de ello, la reacción empresarial es todavía escasa: únicamente un 9% de las compañías ha puesto en marcha medidas para hacer frente al problema, mientras que el 91% no ha tomado ninguna acción específica. Entre las pocas iniciativas aplicadas destacan los despidos, la implantación de sistemas de control horario y la adopción de sanciones disciplinarias.