(El Economista, 26-09-2024) | Mercantil, civil y administrativo
El nuevo gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, ha iniciado su mandato con una reforma del organigrama que regula las funciones y áreas de trabajo más relevantes dentro de la institución. Aunque esta reestructuración ha generado cierta inquietud entre algunos empleados del banco, la preocupación no se centra tanto en el fondo de los cambios, sino en la forma en que se han implementado. Según diversas fuentes consultadas por elEconomista.es, el proceso ha roto con la tradición habitual, en la que las reformas se planificaban tras un análisis exhaustivo por parte de Recursos Humanos, que evaluaba los impactos en términos de costos, personal y ascensos, antes de ser aprobadas por la comisión ejecutiva con consenso general. Esta vez, la reorganización se ha hecho de manera más rápida y sin seguir esos procedimientos habituales.
Realizar ajustes en la estructura del Banco de España no es algo inusual, pero tradicionalmente estos cambios se estudiaban a fondo antes de su implementación. Desde el banco aseguran que es normal que existan diferentes opiniones en el Consejo de Gobierno, reflejadas en algunos votos en contra, aunque otras fuentes subrayan que lo habitual ha sido siempre buscar el consenso.
Este cambio no parece estar motivado por razones políticas. De hecho, dentro del Banco no se cuestiona el nombramiento de perfiles como el de Paloma Marín, una profesional respetada que ahora lidera el área de comunicación y relaciones institucionales, área que Escrivá quiere potenciar. Con esta reforma, Escrivá ha logrado renovar el equipo de trabajo de más alto nivel, un objetivo clave para él, aunque haya tenido que romper con los procedimientos tradicionales.
Uno de los miembros del Consejo, Fernando Fernández, designado por el PP, ha sido uno de los pocos en mostrar desacuerdo con algunos de los cambios propuestos por Escrivá, oponiéndose en dos ocasiones a las reformas planteadas. Fernández incluso rechazó liderar un grupo de trabajo encargado de supervisar la independencia del Banco de España, un tema que Escrivá considera crucial para reformar la histórica ley de autonomía de la entidad, que lleva vigente 30 años.
La estrategia de Escrivá también ha pasado por reubicar a ciertos miembros clave. Un ejemplo relevante es el de la subgobernadora Soledad Núñez, quien ha sido apartada de sus responsabilidades en el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), ahora bajo el control de Mercedes Olano, que reportará directamente a Escrivá en todo lo relacionado con la supervisión bancaria europea. Núñez, quien dirigió el Tesoro durante épocas de crisis financiera bajo el gobierno de Zapatero, genera recelo dentro del banco debido a su relación cercana con el Partido Socialista.
El Banco de España se percibe a veces como una "monarquía absoluta", en la que el gobernador tiene un gran poder de decisión. Escrivá busca impulsar una reforma que refuerce la independencia de la institución, en línea con las propuestas de su predecesor, Pablo Hernández de Cos, quien defendió la importancia de la autonomía del banco en su comparecencia ante el Congreso. La idea de modificar el proceso de selección del gobernador para hacerlo más democrático ha cobrado fuerza en los últimos años, con modelos como los del Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, donde los nombramientos requieren la aprobación del Parlamento.
En cuanto a los mandatos, algunos apuntan a la necesidad de ampliar su duración de seis a ocho años, siguiendo el modelo europeo, lo que garantizaría un mandato que supere un ciclo electoral completo. Todo esto se debatirá en el marco de la reforma de la ley de autonomía, que el Gobierno deberá legislar en base a las propuestas elaboradas por el grupo de trabajo liderado por Lucía Rodríguez.