(Expansión, 02-12-2025) | Mercantil, civil y administrativo
Tras un año de ensayos, el Banco Central Europeo (BCE) ha conseguido incorporar con éxito a su actividad cotidiana diversas herramientas basadas en inteligencia artificial para reforzar la parte más compleja de su labor: la supervisión de los bancos de la zona euro. Bajo la presidencia de Christine Lagarde, la institución avanza en la revolución tecnológica, aunque insiste en que las decisiones deben permanecer siempre en manos humanas. La IA servirá como apoyo al trabajo de los supervisores, al tiempo que se vigilan los nuevos riesgos que estas tecnologías plantean.
Pedro Machado, miembro del Comité de Supervisión Bancaria del BCE, señala que la supervisión del futuro no consistirá en máquinas evaluando a los bancos, sino en personas que, gracias a estas herramientas, podrán trabajar con mayor eficiencia y dedicar más tiempo a los aspectos en los que aportan un mayor valor. Los equipos encargados de la supervisión empezaron a explorar y probar sistemas de IA en 2024, dentro de la División de Tecnología e Innovación creada cuatro años antes. Aunque la investigación continúa, el BCE ya ha detallado varios ámbitos en los que la IA está siendo útil.
Delphi facilita la identificación temprana de riesgos emergentes para todo el sistema bancario. Reúne indicadores de mercado e información procedente de redes sociales en un único panel digital, lo que permite comprender en tiempo real cómo evolucionan las amenazas que pueden afectar a cada entidad.
Medusa funciona como un punto centralizado para los equipos que trabajan en hallazgos y medidas supervisoras. Ofrece búsquedas inteligentes, generación de informes, visualizaciones y análisis estadísticos, lo que simplifica el acceso a la documentación relevante. Con ello, los supervisores pasan de dedicar tiempo a recopilar información a centrarse en verificarla y extraer conclusiones, lo que se traduce en un uso más eficiente de recursos y un análisis más profundo.
Heimdall, una de las herramientas más conocidas, agiliza las evaluaciones de idoneidad al leer los cuestionarios remitidos por los bancos, traducirlos cuando es necesario y resaltar los fragmentos más importantes. No toma decisiones, pero facilita el trabajo previo para que los especialistas puedan concentrarse en los casos que requieren mayor criterio profesional.
Navi, por su parte, permite representar con claridad las relaciones de propiedad y financiación dentro de los grupos bancarios. Cuando los riesgos se transmiten a través de estructuras complejas, esta herramienta ofrece visualizaciones que superan lo que es posible mostrar en hojas de cálculo.
Según el supervisor, el mayor valor de la IA es su capacidad para procesar información masiva y conectar múltiples fuentes relevantes, filtrando grandes volúmenes de texto, identificando patrones y extrayendo temas de interés. No obstante, el BCE reconoce que estas tecnologías conllevan desafíos vinculados a la precisión, la transparencia y el pensamiento crítico. Los modelos pueden producir errores convincentes, algo especialmente delicado en un ámbito donde la información debe ser totalmente fiable. También existe el riesgo de que los supervisores pierdan habilidades analíticas si dependen demasiado de la IA, por lo que se impulsa la formación continua y una cultura de revisión y contraste.
A pesar de estas amenazas, Machado subraya que estas herramientas son necesarias para adaptarse a un entorno financiero cada vez más complejo. Además, recalca que el BCE seguirá explorando la IA de manera responsable y bajo estrictos controles.